sábado, enero 23

LA ECUACIÓN DE LA VIDA

Hay un refrán que nos da atisbos de nuestra visión de la vida: “piensa el ladrón que todos son de su condición”. El ladrón se reconoce como tal. ¿Qué ve el ladrón en los demás? El reflejo de su condición: los demás son ladrones porque lo es él.

Así que la cualidad de ladrón está en su interior y en su visión de los demás. Y se produce una ecuación singular. Yo soy ladrón + los demás son ladrones porque lo soy yo = Mi experiencia lo configura todo. 

Podemos representarlo de esta forma que contradice las reglas matemáticas: 1 + 1 = 1. Ladrón (mi experiencia) + ladrón (mi visión del mundo porque yo lo soy) = ladrón (yo lo configuro todo) 

Con esta ecuación comprendemos cuando se nos dice. “Si cambias tú, cambia el mundo. Si cambias tú, cambia también tu visión de los demás. El mundo no cambia. Cambia tu visión". 

Cada uno vemos en los demás el reflejo de nosotros mismos. Si somos sensibles, captaremos la sensibilidad. Si somos generosos, captaremos la generosidad. Si somos amables, captaremos la amabilidad. 

Creemos que vivimos en la dualidad. Yo + el mundo que me rodea = 2 (suma de dos cosas distintas). El refrán nos enseña que vivimos en la unicidad. Yo + el reflejo de mi yo en el mundo = Experiencia de mi yo (no hay suma de dos cosas distintas. Sólo hay una). 

Recuerdo con emoción el choque de dos visiones distintas sobre el mundo. Un joven inteligente y prometedor quería incorporarse a formar parte de una familia por compromiso con una de sus hijas. En la conversación entre el joven y el padre salió a relucir una visión del joven: “Todos los hombres mienten”. 

El padre, que captó de inmediato la realidad del joven, le replicó: "en esta familia la mentira está desterrada. Mina la confianza. Rompe las relaciones. Resquebraja los cimientos de la unión entre nosotros. No nos la permitimos". 

El joven argumentó, ofreció ejemplos, indicó cómo había solucionado conflictos con una mentira y no la veía mal del todo. El padre le dijo con autoridad que esa no era la actitud de la familia. Le sugirió que se pensara dos veces formar parte de ellos. 

El joven se sintió incómodo. Le hizo al padre la siguiente pregunta. “¿Entonces solamente entran a formar parte de esta familia los perfectos?” “No, eso nunca”, le contestó. "El problema no está en nosotros. El problema está en ti. No serías nunca feliz con nosotros. Te sentirías incómodo, no apreciado, no tenido en cuenta en tus afirmaciones. Nunca sabríamos cuándo dices verdad o no". 

"Nos podemos equivocar, podemos cometer actos inconsecuentes. Pero el perdón, la comprensión siempre se producen en la honestidad y en la sinceridad". 

Dos visiones de mundo que se encontraron frente a frente. El joven se dio cuenta de que su planteamiento estaba equivocado. Cambió su forma de actuar y cambió su visión del mundo. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario