Lucas estaba tranquilo. Sentado en la roca saliente sobre aquella colina veía todo el horizonte que se expandía ante sus ojos. La maravilla era grandiosa. El poder de la naturaleza en todo su esplendor. La armonía de formas y colores colosal.
Su corazoncito interno se dejaba impresionar por tanta bondad de belleza junta que se agolpaba ante sus ojos. El ritmo de la luz y de las sombras jugaban de una forma solidaria para ayudarse mutuamente. La brisa suave modulaba el movimiento de los arbustos y de las flores silvestres.
Todo era belleza, quietud, paz, serenidad y eternidad. No le importaría estar allí y olvidarse de todos los pensamientos de acción que debía llevar en cada momento de su existencia. Ahora le tocaba el silencio de la vida que le saludaba desde los diversos tonos del cuadro imponente pintado por el universo.
En ese silencio, su mente se dejaba llenar por estas ideas: “Les contestó: Porque tienen poca fe. Les aseguro que si tuvieran fe como un grano de mostaza le dirían al cerro éste: "Córrete más allá", y lo haría. Nada les sería imposible". Palabras de Jesús que le habían susurrado en su interior en muchas ocasiones.
El poder de la fe (o creencia) y el poder del pensamiento pululaban en su interior buscando comprensión. Se deleitaba en el silencio en las líneas siguientes: “El milagro – expresión de la Expiación – es siempre un gesto de respeto del que es digno para con otro que también es digno”.
“Todo el mundo experimenta miedo. Sin embargo, no se requeriría más que una pequeña dosis de recto pensar para que uno pudiera darse cuenta de por qué se produce”.
“Son muy pocos los que aprecian el verdadero poder de la mente, y nadie permanece consciente de él todo el tiempo. No obstante, si esperas librarte del miedo hay algunas cosas que debes comprender, y comprender plenamente”.
“La mente es muy poderosa y jamás pierde su fuerza creativa. Nunca duerme. Está creando continuamente. Es difícil reconocer la oleada de poder que resulta de la combinación de pensamiento y creencia, la cual puede literalmente mover montañas”.
“A primera vista parece arrogante creer que posees tal poder, mas no es ésa la verdadera razón de que no lo creas. Prefieres creer que tus pensamientos no pueden ejercer ninguna influencia real porque de hecho tienes miedo de ellos”.
“Eso puede mitigar la conciencia de culpabilidad, pero a costa de percibir a la mente como impotente. Si crees que lo que piensas no tiene ningún efecto, puede que dejes de tenerle miedo, pero es bastante improbable que le tengas respeto”.
“No hay pensamientos intrascendentes. Todo pensamiento produce forma en algún nivel”.
Lucas en aquel silencio de su corazón ante la panorámica que veía se dejaba influenciar por la última línea. “No hay pensamientos intrascendentes. Todo pensamiento produce forma en algún nivel”.