lunes, marzo 26

CONFIANZA, CORAZÓN, TESORO

Samuel sabía, con certeza, los buenos beneficios que se obtenían de una total confianza en personas de sabiduría. Lo había experimentado en su niñez con la confianza que tenía en su madre. Muchas angustias fueron borradas por las explicaciones de su madre. 

Una confianza total en la sabiduría de su madre le hacía mucho bien. Le cuidaba en sus enfermedades, en sus momentos de debilidad, en sus dudas, en sus nuevos propósitos. Era una guía fiel que todo lo resolvía con sus palabras sabias y tranquilas. 

Cuando se casó, tuvo que aprender muchos de los remedios que le había aplicado. Ahora estaba en una casa nueva, en un nuevo lugar y la responsabilidad exigía obtener conocimiento. Una colección de libros de primeras atenciones también hizo su papel. 

Leía aquellas líneas con la misma confianza que había sentido en su interior con su madre: “Puedes hacer cualquier cosa que yo te pida. Te he pedido que obres milagros, y he dejado claro que los milagros son naturales, correctivos, sanadores y universales”. 

“No hay nada que no puedan lograr, pero no pueden llevarse a cabo con un espíritu de duda y temor. Cuando tienes miedo de algo, estás admitiendo que ello tiene el poder de hacerte daño. Recuerda que donde esté tu corazón allí también estará tu tesoro”. 

“Crees en lo que consideras valioso. Si tienes miedo, es que estás equivocado respecto a lo que es valioso. Tu entendimiento inevitablemente evaluará erróneamente, y al otorgar el mismo poder a todos los pensamientos, destruirás inevitablemente la paz”. 

“Por eso la Biblia expresa: ‘la paz de Dios que supera todo razonar’. No hay error que pueda alterar esa paz en lo más mínimo. Dicha paz no permite que nada que no proceda de Dios te afecte”. 

Samuel volvía a esa sensación de confianza en su niñez. No había duda ni temor. Releía las ideas: “No hay nada que no puedan lograr, pero no pueden llevarse a cabo con un espíritu de duda y temor. Cuando tienes miedo de algo, estás admitiendo que ello tiene el poder de hacerte daño”. 

La falta de confianza entrañaba duda, temor, miedo. “Cuando tienes miedo de algo, estás admitiendo que ello tiene el poder de hacerte daño”. La decisión de Samuel tenía el camino claro. Sin confianza, la duda y el temor destruía la paz que era su tesoro máximo.

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