lunes, marzo 19

EXPIACIÓN Y APTITUDES

Josué soñaba un mundo donde la igualdad fuera universal. Un mundo utópico en sus experiencias, en sus estudios y en sus reflexiones de la vida misma. Había visto diferencias de todo tipo. Las noticias acerca de todos los continentes reflejaban el dominio y la esclavitud también a muchos niveles. 

Parecía que el motor de vida en este mundo se basaba en la competitividad, en el dominio, y en el poder. La fuerza de la razón, de la humanidad, de la comprensión no era la fuerza directora. Se alzaban muchos obstáculos para crear divisiones entre los humanos. 

Algunos tenían mucho éxito. Recordaba un incidente que pasó entre dos señoritas inglesas que fueron a Nueva Zelanda a contraer matrimonio. Una de ellas era aristocrática, la otra, maestra. La travesía desde Inglaterra a Nueva Zelanda les dio tiempo para charlar y conocerse. 

Una corriente de mutua simpatía recorrió sus vidas. Pasó el tiempo y cada una siguió su camino. Varios meses después se reunieron y charlaron de sus respectivas experiencias. En la conversación salió el tema de que estaba enseñando a leer a unos maoríes. 

La amiga aristocrática se escandalizó. Le dijo que no podía hacer eso. Su amiga maestra se indignó. Era una forma de ayudar a personas aborígenes. No lo entendía. Su amiga aristocrática se lo aclaró. Si enseñaba las mismas aptitudes a los aborígenes que conocían los colonizadores, estas personas dejarían de ser sus servidores. 

Una forma de subrayar la posición de cada uno. Igualdad, ni pensarlo. Unos servían a los otros. “Cuando la Expiación se haya completado, todos los Hijos de Dios compartirán todas las aptitudes. Dios es imparcial. Todos Sus Hijos disponen de todo Su Amor y él da todos Sus dones libremente a todos por igual”. 

“‘Si no os volvéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos’ significa que a menos que reconozcas plenamente tu completa dependencia de Dios, no podrás conocer el poder real del Hijo en su verdadera relación con el Padre”. 

“El que los Hijos de Dios sean especiales no procede de una condición de exclusión sino de una de inclusión. Todos mis hermanos son especiales. Si creen estar privados de algo, su percepción se distorsiona”. 

“Cuando esto ocurre, toda la familia de Dios – la Filiación – sufre un deterioro en sus relaciones”. 

Josué veía en esos párrafos la contestación a sus aspiraciones personales e interiores. Era natural que los poderosos que habían creado las diferencias y los señoríos habían alcanzado el poder. Lo ejercían y se sentían satisfechos. Nunca un poder interno podía darles la paz porque la buscaban en el poder de clases donde nunca estaba.

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