miércoles, noviembre 7

SUEÑOS VIVIDOS


Carlos sabía, por propia experiencia, la intensa realidad con que se vivían los sueños que se desarrollaban en nuestra mente. Era imposible no dar crédito a lo que pasaba en un sueño. Se sufría, se pasaba miedo, se aceleraba el corazón, el cuerpo respondía con total normalidad a todo lo que discurría en el sueño. 

Nadie nos podíamos atrever a decir que aquello no era cierto para nuestra mente y nuestro cuerpo. Sin embargo, al despertar, nos dábamos cuenta de que era un sueño y que se vivía con la misma intensidad que la vida. Eso ha dado pie para considerar que, incluso en la vida de vigilia, la vivíamos como un sueño. 

Vivir la vida de vigilia como un sueño dependía de nuestras creencias. Si creíamos que cierto sonido que nos llegaba era debido a un derrumbe de una de las paredes de nuestra casa, todos los movimientos iban dirigidos y orientados para escapar, para ponerse a salvo, para avisar a los bomberos, tal como lo haríamos en un sueño. 

El derrumbe podría ser o no cierto, pero nuestras conductas se desarrollaban como tal. “El Espíritu Santo hace uso del tiempo, pero no cree en él. Como procede de Dios, usa todo para el bien, pero no cree en lo que no es verdad”. 

“Puesto que se encuentra en tu mente, esta sólo puede creer lo que es verdad. El Espíritu Santo puede hablar únicamente en favor de eso porque habla en favor de Dios”. 

“Te insta a que le devuelvas toda tu mente a Dios, ya que en realidad tu mente nunca se separó de Él. Si nunca se separó de Él, sólo tienes que percibirla tal como es para que retorne a Él”. 

“Tener plena consciencia de la Expiación es, por lo tanto, reconocer que la separación nunca tuvo lugar. El ego no puede prevalecer contra esto porque ello es una afirmación explícita de que él nunca existió”. 

Carlos se daba cuenta de que esa creencia de sentirse separado de Dios era como un sueño vivido durante la vigilia. Se decía a sí mismo que si esa creencia la cambiaba podría pasar de la experiencia de un sueño en vigilia a una verdad que estaba por encima de los sueños. Entraba en la verdad. 

De ahí que nuestros pasos para ir pasando del sueño a la verdad era un proceso de cambiar creencias. El ruido que escuchó aquella persona no era debido al derrumbe de una pared. Vivió la creencia como realidad hasta que se dio cuenta de que la creencia no se ajustaba a la realidad y dejó ir el sueño de la creencia.

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