Enrique, como profesor, guardaba en su corazón algunas de las afirmaciones que sus alumnos le habían expresado. Le decían que hacía muy fácil lo que otros decían que era difícil. Todo un desafío que le daba ánimo e ilusión para seguir en ese mismo sendero.
Había conocido algunos profesores universitarios que, con lenguajes muy crípticos, trataban de decir a sus alumnos que la materia era difícil y requería un esfuerzo continuo y notable para pasarla. La idea de facilitar su comprensión no estaba en su método de enseñanza.
La expresión más excelsa de un maestro, dicho con palabras sencillas, era pasar todas las experiencias anteriores a la siguiente generación de modo que las pudieran entender de una forma comprensible y sin grandes dificultades. Eso no implicaba que los alumnos no debieran esforzarse y estudiar de forma continua.
“El ego puede aceptar la idea de que es necesario retornar porque puede, con gran facilidad, hacer que ello parezca difícil. Sin embargo, el Espíritu Santo te dice que incluso el retorno es innecesario porque lo que nunca ocurrió no puede ser difícil”.
“Mas tú puedes hacer que la idea de retornar sea a la vez necesaria y difícil. Con todo, está muy claro que los que son perfectos no tienen necesidad de nada, y tú no puedes experimentar la perfección como algo difícil de alcanzar, puesto que eso es lo que eres”.
“Así es como tienes que percibir las creaciones de Dios, de modo que todas tus percepciones estén en línea directa con la única manera de ver del Espíritu Santo”.
“Esta es la línea directa de comunicación con Dios, y le permite a tu mente converger con la Suya. Nada está en conflicto con esta percepción, ya que significa que toda percepción está guiada por el Espíritu Santo, cuya Mente está fija en Dios”.
“Sólo el Espíritu Santo puede resolver conflictos porque sólo el Espíritu Santo está libre de conflictos. Él percibe únicamente lo que es verdad en tu mente, y lo extiende sólo a lo que es verdad en otras mentes”.
Enrique entendía que transmitir con facilidad la comprensión que había en su mente a las mentes de sus discípulos conectaba con la acción del Espíritu Santo. Después de mucho trabajo, reflexión, aprendizaje y una buena dosis de humildad, había alcanzado esa facilidad.
Y vio que no había nada tan hermoso en la vida que compartir esa claridad de mente a esos alumnos deseosos de encontrar la comprensión en su materia.
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