martes, noviembre 27

TODOS COMPLETOS EN UNO


Guille no se creía que había sido hecho perfecto y que no lo había aceptado en su corazón ni en su mente. Una perfección que iba completándose a medida que iba descubriendo nuevas ideas, nuevos planteamientos, nuevos caminos que vibraban con su interior. 

Ese anhelo de plenitud que estaba en su interior era un recuerdo de lo que realmente había sucedido en sus momentos iniciales. Después una duda persistente y pertinaz había echado por tierra toda esa verdad y, sin quererlo, había aceptado esa escasez y esa carencia como un ser limitado. 

Abrir los ojos al mundo los había dejado sorprendidos por las maravillas que había descubierto. Abrir los ojos a su interior no lo había practicado mucho. Todo lo había aprendido de fuera, de experiencias, de consejos, de conversaciones y de juegos que había compartido. 

Era un contrasentido. Aspirar a la perfección cuando realmente esa perfección estaba en su esencia y dudaba de ella. El camino para retornar a esa perfección que estaba grabada en sus huesos era sencillo. No aceptar las dudas que se habían interferido y lo habían puesto a elegir excluyendo a los demás. 

“Como cualquier buen maestro, El Espíritu Santo sabe más de lo que tú sabes ahora, y sólo te enseña para que llegues a ser igual que Él. Tú te enseñaste mal a ti mismo al creer lo que no era cierto”. 

“No creíste en tu propia perfección. ¿Iba acaso Dios a enseñarte que habías fabricado una mente dividida, cuando Él sabe que tu mente es íntegra? Lo que Dios sí sabe es que Sus canales de comunicación no están abiertos a Él”. 

“Eso le impide impartirles Su gozo y, así, saber que Sus Hijos son completamente dichosos. El compartir Su gozo es un proceso continuo, no en el tiempo sino en la eternidad”. 

“La extensión de Dios, aunque no toda Su plenitud, se obstruye cuando la Filiación no se comunica con Él cual una sola. Así que Dios pensó; ‘Mis Hijos duermen y hay que despertarlos’”. 

Guille tenía claro que el sendero de la universalidad, del perdón, de la comprensión y de las manos unidas entre todos Sus Hijos era el modo de quitar la obstrucción de la plenitud de Dios. La mente era poderosa para crear y también era capaz de retornar a Dios y participar de la creación.

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