martes, noviembre 6

VIBRAR AL UNÍSONO CON EL ETERNO


Sebas se había quedado pensativo con una afirmación. Indicaba que el ser humano creía que debía encontrar por sí mismo su propia identificación, con quién debía sentirse uno y descubrir quién era realmente. Lo inusual del caso era que las personas creían que debían buscar ese objetivo. 

Sin embargo, esa definición ya estaba dada. No era el ser humano quién debía descubrirlo. La única decisión dada al ser humano era aceptar la propuesta de ser bien Hijo de Dios o bien creer que era un enemigo de Dios. No había otro tipo de identificación para el ser humano. 

Esa era la libertad que disponía cada persona. Tenía la libertad de elección. No tenía por sí mismo la facultad de creación. Disponía, con su mente potente, de la posibilidad de fabricar. La diferencia entre crear y fabricar radicaba en el tiempo. La creación era eterna, la fabricación era temporal. 

“Dios creó a Sus Hijos extendiendo Su Pensamiento y conservando las extensiones de Su Pensamiento en Su Mente. Todos Sus Pensamientos están, por lo tanto, perfectamente unidos dentro de sí mismos y entre sí”. 

“El Espíritu Santo te capacita para poder percibir esta plenitud ahora. Dios te creó para que creases. No puede extender Su Reino hasta que no conozcas la plenitud de este”. 

“Los pensamientos se originan en la mente del pensador, y desde ahí se extienden hacia afuera. Esto es tan cierto del Pensamiento de Dios como del tuyo. Puesto que tu mente está dividida, puedes percibir y también pensar”. 

“No obstante, la percepción no puede eludir las leyes básicas de la mente. Percibes desde tu mente y proyectas tus percepciones al exterior. Aunque la percepción es irreal, el Espíritu Santo puede usarla provechosamente por el hecho de que la concebiste”. 

“Él puede inspirar cualquier percepción y canalizarla hacia Dios. Esta convergencia parece encontrarse en un futuro lejano sólo porque tu mente no está en armonía con esta idea y, consecuentemente, no la desea ahora”. 

Nuestra libertad de elección tiene todo su lugar en ese campo. Aceptar la plenitud del Reino es nuestra decisión y nuestro paso personal para ser parte de ese Reino tan excelso unido armónicamente con el Creador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario