domingo, noviembre 4

DOS MUNDOS EN NUESTRAS VIDAS


Rafa le daba vueltas al mensaje que estaba leyendo de Juan 17:15-19: 

“No te ruego que te los lleves del mundo, sino que los guardes de la maldad. No pertenecen al mundo, como tampoco yo pertenezco al mundo, Conságralos con la verdad: verdad es el mensaje tuyo”. 

“Igual que a mí me enviaste al mundo, también yo los he enviado a ellos al mundo y por ellos me consagro yo mismo, para que también ellos queden consagrados de verdad”. 

Veía que era cierto el asunto de la libertad del ser humano. Una libertad que debía decidir entre dos tipos de mentalidades, dos tipos de pensamientos y dos tipos de actitud frente a la vida. Jesús sabía que ambas mentalidades debían convivir. 

A pesar de vivir juntas las mentalidades, los ojos de cada mentalidad veían de forma muy diferente. La mentalidad del mundo se fijaba en lo negativo de las personas. La mentalidad de Jesús se centraba en lo maravilloso de las personas. 

Los ojos de Jesús veían así: “Tú eres fabuloso más allá de toda maravilla imaginada. Aunque haces elecciones horrorosas y destructivas no significa que merezcas menos respeto por lo que tú eres en esencia: el pináculo de mi creación y el centro de mi afecto y de mi cariño”. 

Así que las personas que elegían la mentalidad de Jesús no vivían en la mentalidad del mundo: “¿De qué otra forma puedes encontrar dicha en un lugar desdichado, excepto dándote cuenta de que no estás en él?”. 

“Tú no puedes estar donde Dios no te ubicó, y Dios te creó como parte de Él. Eso es al mismo tiempo donde estás y lo que eres. Esto es completamente inalterable. Es inclusión total. No puedes cambiarlo ahora ni nunca”. 

“Es verdad para siempre. No es una creencia, sino un Hecho. Todo lo que Dios creó es tan verdadero como Él. La verdad de ello radica solamente en su perfecta inclusión en Aquel que es el único que es perfecto”. 

“Negar esto es negarte a ti mismo y negarlo a Él, puesto que es imposible aceptar a uno sin el otro”. 

Rafa se sentía pleno. Su interior le decía que la mirada de Jesús, la mentalidad de Jesús era lo que el corazón humano deseaba, anhelaba y esperaba. Era una delicia poder compartir la mentalidad de Jesús con los amigos, los conocidos, los que se cruzaban en las diversas actividades. 

Los ojos de Jesús veían así: “Tú eres fabuloso más allá de toda maravilla imaginada. Aunque haces elecciones horrorosas y destructivas no significa que merezcas menos respeto por lo que tú eres en esencia: el pináculo de mi creación y el centro de mi afecto y de mi cariño”.

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