Samuel compartía la experiencia que tenía cada día con uno de sus amigos. Descubrir nuevas ideas, nuevas visiones, nuevas actitudes, nuevas comprensiones sobre los detalles de la vida era un placer tan intenso que se revelaba como su comida y su bebida al nivel del espíritu.
Una emoción de alegría, de plenitud, de gozo y de sensación que todo estaba completo le acompañaban en esos momentos de vida auténtica. Recordaba un libro que había leído cuando tenía unos dieciséis años: ‘El rechazo del placer’. No recordaba el autor o autora, pero fue un título que le impactó.
No entendía cómo se podía rechazar momentos supremos de dicha y de felicidad de una forma tan trivial y superficial. Entendía que muchas veces se buscaba fuera lo que ya estaba dentro de cada ser humano. Descubrir una mano amiga, descubrir una nueva forma de enfocar las dificultades era un placer sin comparación.
“En el Reino no hay ninguna duda acerca de lo que eres y de dónde te encuentras. La duda no tiene cabida allí porque la primera pregunta jamás se planteó”.
“Al haber sido por fin completamente contestada, nunca se planteó. Sólo el Ser vive en el Reino, donde todo mora en Dios en absoluta certeza. El tiempo dedicado a hacer preguntas en el sueño, ha dado paso a la creación y a su eternidad”.
“Tú gozas de tanta certeza como Dios, pues eres tan real como Él, pero lo que antes gozaba de absoluta certeza en tu mente ha pasado a ser ahora únicamente la capacidad para gozar de ella”.
El goce de la paz, de la certeza, de la universalidad y de la plenitud de todos los hermanos juntos delante del Señor es un gozo inefable y de gran calidad. El eterno nos llama a su Reino donde todos y cada uno tiene su sitio con total certeza.
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