domingo, febrero 24

EL EGO ES UNA CONFUSIÓN SOBRE TU IDENTIDAD


Darío aceptaba que, si tenía una idea acerca de otra persona, esa idea vivía en su interior. Partía de la ley que no se podía ver en los demás nada más que a nosotros mismos. Por tanto, una idea equivocada sobre otra persona, era una idea equivocada sobre nosotros mismos. 

Esa dualidad que utilizábamos comúnmente creyendo que podíamos delimitar, definir a los demás como distintos de nosotros, era un error que se basaba en la separación entre las personas. La psicología nos ha demostrado que es un error en nuestra vida práctica. 

“No puedes perpetuar una ilusión acerca de otro sin perpetuarla en ti mismo. No hay forma de poderse escapar de esto, ya que es imposible fragmentar la mente. Fragmentar es dividir en pedazos, y la mente no puede atacar ni ser atacada”. 

“La creencia de que puede – error que el ego siempre comete – sirve de fundamento para el uso que éste hace de la proyección. El ego no entiende lo que es la mente y, por lo tanto, no entiende lo que eres tú”. 

“Su existencia, sin embargo, depende de tu mente porque el ego es una creencia tuya. El ego es una confusión con respecto a tu identidad. Al no haber tenido nunca un modelo consistente, no se desarrolló nunca de forma consistente”. 

“Es el resultado de la aplicación incorrecta de las leyes de Dios, llevada a cabo por mentes distorsionadas que están usando indebidamente su poder”. 

Darío se quedaba ciertamente sorprendido. La afirmación de que “el ego no entiende lo que es la mente” le dejaba inicialmente desconcertado. El ego se creía poderoso para hablar de todos los temas inclusive de la mente. Ciertamente, algunos habían entrevisto las deficiencias de la mente. 

“El corazón tiene razones que la razón no entiende”, decía Blaise Pascal. Era una forma de clarificar de que la mente no lo era todo. Ni la mente considerada por el ego tenía ninguna visión de conjunto verdadera. El ego solía dividirlo todo. Y el ego dividía a la mente para romper su poder de unidad. 

Darío se quedaba con esa visión de conjunto de la que nada podía desgajarse. La mente era una. Era una unidad. Todos los seres humanos tenían la misma mente, la misma unidad. Por mucho que se esforzara el ego, no podía dividir en su esencia esa mente unificada. Solamente la confundía para dividirla.

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