Guille buceaba en los pilares que sostenían la felicidad del ser humano. Todo edificio debía estar apoyado en sólidos cimientos para resistir todos los avatares de los tiempos, de los vientos y de los cielos. Un buen diseñador debía tenerlo en cuenta para dejar que las fuerzas naturales se deslizaran por la estructura.
Poner diseños sin mediar las adversidades que pudieran venir sería una planificación errónea y descabellada. Muchos ponían sus pilares de felicidad en el tener. En ese tener voluptuoso que, a veces, te llegaba, a veces, te eludía. Tener no significaba nada en el interior.
Tener nos daba la ilusión de posesión, pero no nos daba la plenitud del ser que se podía alcanzar con profesiones humildes donde el tener no ocupaba ningún puesto principal en la escala de logros de la vida.
“Ante esta deprimente situación, El Espíritu Santo te recuerda dulcemente que estás triste porque no estás llevando a cabo tu función de co-creador con el Eterno, y, por lo tanto, te estás privando a ti mismo de felicidad”.
“Esto no es algo que el Eterno haya decidido, sino que tú fuiste quien lo decidió así. Si tu mente pudiese estar en desacuerdo con el Eterno, lo que tu voluntad dispusiese no tendría sentido”.
“Sin embargo, puesto que la Voluntad del Eterno es inalterable, no es posible ningún conflicto de voluntades. Esta es la enseñanza perfectamente congruente del Espíritu Santo”.
“La creación, no la separación, es tu voluntad porque es también la voluntad del Eterno, y nada que se oponga a ella tiene sentido en absoluto. Al ser una obra perfecta la Filiación sólo puede obrar con perfección”.
“Así se extiende en la dicha que fue creada y se identifica con su Creador y Sus creaciones porque son uno y lo mismo”.
Guille reconocía la fuerza de la argumentación. Estar sólidamente instalado sobre el Creador nos desarrollaba la acción de co-crear. No había de lo que el ser humano se sintiera más pleno que poder sacar de lo no pensado algo nuevo e imaginativo para compartir con los demás.
Y eso nos daba esa felicidad que venía a nuestra vida al comunicar esas ideas locas que cruzaban nuestras mentes en busca del bien de todos y en busca de las mentes sensibles y sensatas que abundaban por doquier.
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