lunes, febrero 4

EL MUNDO DEL EGO ES: NADA


Samuel le daba vueltas a un refrán que se había instalado en la sociedad pleno de desconfianza. “Piensa mal y acertarás”. Era como romper la esencia de la persona. Era como sentirse atacado uno mismo cuando se encontraba en una situación delicada y esperaba que lo entendieran. 

Toda la sinceridad que pudiera utilizar chocaba contra la roca de los tiempos. “Piensa mal y acertarás”. Siempre en los planteamientos de otra persona estaba presente el susodicho refrán. Se buscaban, en ocasiones, razones que no existían. Solamente vivían en la mente del que pensaba. 

No podía haber una sensación franca y sincera. Todo tenía que estar envuelto de la sospecha, de la suspicacia, de la desconfianza, del engaño. La naturalidad, la nobleza, y la posibilidad de apoyar se esfumaba. Las cosas estaban claras. “Piensa mal y acertarás”. 

“Cuando percibes a la creación, como tú no formas parte de ella, la consideras débil, y los que se consideran a sí mismos débiles, no pueden sino atacar. Mas el ataque tiene que ser ciego porque no hay nada que atacar”. 

“Por lo tanto, inventan imágenes, las perciben como despreciables y luego las atacan por su falta de valor. Esto es todo lo que el mundo del ego es: nada. No tiene sentido. No existe”. 

“No trates de entenderlo, porque si tratas de entenderlo, es que crees que se puede entender, y, por lo tanto, que se puede apreciar y amar. Eso justificaría su existencia, la cual es injustificable”. 

“Tú no puedes hacer que lo que no tiene sentido lo tenga. Eso no sería más que una mente demente”. 

Samuel no quería caer en el sentimiento opuesto. Era cierto que algunas personas trataban de engañarse a sí mismas y a nosotros. Era cierto que algunas personas abusaban de nuestros sentimientos de acogimiento y de ayuda. Sin embargo, la ecuanimidad, la serenidad, la reflexión y la atención no les podía faltar. 

En muchas ocasiones esas personas con idea de engañarnos se habían visto a sí mismos despreciables e inhumanos. La actitud noble de las personas nunca era objeto de burla ni de ridículo. Por esa actitud, muchos volvieron a confiar en las personas. También les ayudó a confiar en ellas mismas. 

Encontraron a través del engaño, el engaño personal que se estaban haciendo a ellos mismos y trataban de hacerlo a los demás.

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