domingo, febrero 3

LA SEPARACIÓN LLEVA A LA DEBILIDAD


Daniel reflexionaba sobre los momentos difíciles que tuvo que vivir con su familia materna por un motivo de separación de sus tías con su madre. A nadie le gustaba dicha situación, pero nadie quería ceder porque eso era, de alguna manera, admitir el error. 

La fuerza de la razón no podía sobrepasar la fuerza de la unión. Era mucho más importante conservar la unión entre todos que mantener la fuerza de la razón como elemento principal de enfrentamiento. Además, todos querían arrogarse la razón. 

La única forma de arreglo posible era la comprensión de los sentimientos maravillosos. Fue la abuela de Daniel quien intervino para realizar la unión. La atracción del cariño de las hermanas estaba por encima de cualquier discusión, de cualquier argumento, de cualquier reflexión. 

La abuela tomó la mano de las hermanas y les dijo que se dieran un beso. Y eso bastó para retomar la unión perdida. “Puesto que tu Ser es el conocimiento de Dios, la percepción que el Espíritu Santo tiene de ti es la única que tiene significado”. 

“Cualquier creencia que aceptes aparte de esta acallará la Voz de Dios en ti y te ocultará a Dios. No podrás conocer a Dios a menos que percibas Su creación tal como es, ya que Dios y Su creación no están separados”. 

“La unidad que existe entre el Creador y la creación constituye tu plenitud, tu cordura y tu poder ilimitado. Este poder ilimitado es el regalo que Dios te hace porque eso es lo que eres”. 

“Si separas tu mente de dicho poder, no podrás percibir la fuerza más grande del universo como si fuese débil, ya que no creerás formar parte de ella”. 

Daniel afirmaba con su mente, con los movimientos de su cabeza. La debilidad que sintió en la separación con su familia materna se había convertido en la frustración más grande de ese amor que siempre los había conectado. 

De dicha experiencia aprendió que era muchísimo más deseable perder la razón que perder la relación. La frustración y la pérdida del sentimiento amoroso era una vía que parecía nos aplicábamos entre las personas con la idea de castigo, de alejamiento y de una supuesta ofensa por encima de la justicia. 

Sin darnos cuenta, éramos más condenadores que salvadores de los demás. Por ello, la abuela de Daniel no cayó en el error. La unión de sus hijas estaba por encima de toda discusión.

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