jueves, mayo 30

EL FIN DE LA MENTE ES EXTENDER SUS PLANTEAMIENTOS


Santiago tenía claro en su mente y en sus lecturas que el fin del cuerpo era solo servir de comunicación de la mente con otras personas. El cuerpo no tenía ningún fin en sí mismo. Tenía sus límites y su final establecido. Al compararlo con un árbol, se veía la diferencia. 

El árbol no podía desplazarse, no podía comunicarse con otros. La comunicación la realizaba la mente. La mente se desplazaba con la ayuda del cuerpo. El cuerpo no podía extenderse. La mente podía compartir los valores conjuntos de la humanidad. 

Aceptaba que muchas personas identificaban la mente con el cuerpo. Como todo animal el cuerpo del infante se desarrollaba y crecía. En cambio, la mente debía ser cultivada, asesorada, aconsejada y orientada por la libertad de la persona. La gran diferencia de la mente con el cuerpo daba lugar a personas de corte humanístico muy distintas. 

“El cuerpo existe en un mundo que parece tener dos voces que luchan por su posesión. En esta percibida constelación se considera al cuerpo como capaz de alternar su lealtad de una a otra, haciendo que los conceptos de salud y enfermedad tengan sentido”. 

“El ego, como de costumbre, da lugar a una confusión fundamental entre los medios y el fin. Al considerar al cuerpo como un fin, el cuerpo no tiene realmente utilidad para el ego, puesto que el cuerpo no es un fin”. 

“Debes haber notado una descollante característica en todo fin que el ego haya aceptado como propio: cuando lo alcanzas te deja insatisfecho. Por eso el ego se ve forzado a cambiar incesantemente de un objetivo a otro para que sigas abrigando la esperanza de que todavía te puede ofrecer algo”. 

Santiago asentía con los movimientos de su cabeza esa característica del ego: cuando lo alcanzas te deja insatisfecho. Todos los logros que llevaban el sello del ego lo dejaron vacío en muchas ocasiones. Alcanzó la dirección de una institución educativa esperando que ese fin lo llenara con plenitud. 

Lo único que descubrió como maravilloso no era el fin del ego. No era el más importante de la institución, aunque muchos se esforzaran en recordárselo a menudo. Lo que realmente le llenó fue ponerse al servicio de todos para mejorar las condiciones de sus compañeros. Y esa actitud de servicio no provenía del ego.

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