El alma universal se deleita cuando se abre a todas las manifestaciones culturales del ser interior de cada pueblo. Se siente contenta, feliz, amable y receptiva a todas las maneras de desenvolverse en cada historia.
El alma universal sabe que es parte suya. Se siente reflejada en esas danzas, en esos cantos y en esos instrumentos, todos aunados, para ofrecer la alegría, la canción, el sentimiento y el abrazo.
No importa el pueblo, no importa la lengua, no importa la costumbre. Hay un sentimiento profundo que todo lo cubre, todo lo adorna, todo lo transporta. El alma universal se considera partícipe en su interior. Vibran sus elementos sentidos y ofrece sus manos para unirlas en la danza con hermosa dedicación.
El alma universal no entiende de separación, de fronteras, de barreras, que, en ocasiones, se levantan para destruir el conjunto humano que cada ser lleva dentro de sí.
Gocemos, entonces, una vez más, de estas bellezas ancestrales que ponen en movimiento nuestros latidos del corazón, descubriendo, en ellas, el alma universal que cada uno lleva en su interior.
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