Las dos emociones ocurren dentro de nosotros. Dos emociones llenas de presencia en la experiencia. Englobar todas las situaciones en estas dos palabras: MIEDO y AMOR, es el compendio de lo que pasa en nuestro interior.
El MIEDO nos paraliza, nos inquieta, nos reduce y nos obliga a limitarnos. El AMOR nos expande, nos da energía, nos da alas y emprendemos los proyectos de nuestra vida.
Son interruptores dispares. Son melodías opuestas. Son un encuentro de extremos y, sin embargo, viven los dos dentro de nosotros.
Con los ojos del AMOR, vemos las dificultades pero las minimizamos. Con los ojos del MIEDO, vemos los inconvenientes y los magnificamos. El AMOR supera barreras. El MIEDO las pone, las fortifica y las dispone para su defensa.
A veces pensamos que en momentos hay que tener AMOR y en otros MIEDO para defendernos mejor. Una mezcla que no sabe deducir cuando aplicar una o la otra.
En el AMOR hay plenitud. En el MIEDO, carencia. Y no nos damos cuenta de que el miedo puede crear más barreras para buscar soluciones. Puede complicar la situación y puede evitar encontrar la respuesta adecuada.
El AMOR, con su plenitud, con su cambio, con su adaptación, con la visión siempre mejor de cada incidencia, derriba obstáculos, minimiza palabras y apacigua los enfrentamientos. El AMOR es plenitud siempre. Siempre recoge cosecha de comprensión y agradecimiento.
El MIEDO recoge consecuencias de rechazo y disparidad de pensamientos. El MIEDO siembra suspicacias y comparte errores que no quiere que sucedan. Sin embargo, esos errores proyectados por nosotros, aparecen en las otras mentes y les damos energía.
Todos tenemos en nuestra vida estos momentos vividos: momentos de AMOR y momentos de MIEDO. Emociones muy amigas pero que aceptamos como normales y las alternamos como el sol y como la luna en sus cambios naturales.
El funcionamiento normal del cuerpo está concebido para el AMOR. EL MIEDO solo tiene su lugar en momentos de peligro, en instantes de supervivencia. Debe ser una emoción corta en el tiempo y no como un síntoma normal.
En cambio el AMOR tiene su asiento regular en el funcionamiento de nuestro organismo. El AMOR es plenitud y vivimos de su abundancia con total felicidad. Vivamos el AMOR, desarrollemos el AMOR y démosle en nuestra vida carta de naturalidad.
Con AMOR desaparecemos nosotros y nos llenamos de verdad. Con MIEDO nos centramos en nosotros, nos sentimos aislados y abandonados. Nos consideramos solos y nos llenamos de error.
Con AMOR entendemos toda la universalidad. No estamos solos. Estamos contentos sintiendo los abrazos de toda la justicia universal. Con MIEDO los demás se convierten en lanzas afiladas que aguijonean nuestro bienestar.
¿Cómo pueden vivir estas dos emociones opuestas en nuestro interior? Sencillamente por nuestros pensamientos. Cuando somos posesivos, tememos perder. El MIEDO hace su aparición. Hay escasez. No queremos perder. Nos angustia.
Cuando somos generosos, no tememos perder. Nos alegramos con compartir. El AMOR aparece con abundancia. Nos alegramos. La alegría nuestra y la de los demás, nos hace vibrar en conjunto y la felicidad hace su casa en nuestro interior.
Somos libres para elegir en cada ocasión. Una libertad que aparece cuando dejamos de corregir a los demás. Descubrimos que solamente tenemos la oportunidad de corregirnos a nosotros mismos.
Así el AMOR se proyecta en los otros con total comprensión. No vamos a corregir. Vamos a apoyar, a comprender y a valorar. Y con este pensamiento tan sencillo obviamos el MIEDO que atenaza nuestro desarrollo, nuestra experiencia y nuestra plenitud.
Vivamos el AMOR con todas las fuerzas de nuestra nueva visión.
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