Es un proceso de interacción mutua donde florecen los apoyos amorosos. Se disfruta una confianza interior propiciada por el otr@. Se vislumbran nuevas capacidades nunca vistas por sus ojos. Desemboca en nuevos ríos, nuevos mares. Se surcan las hermosas posibilidades que se ponen a vibrar en nuestra mirada y en nuestro rostro.
Un misterio contradictorio. Se unen los dos cuerpos en una misma piel sin perder la libertad de crecer. Cada uno aporta, desde su visión, la complementación que todo lo llena. Momentos de fusión desconocidos toman el mando de la nave en una feliz y hermosa dirección.
El amor se une con el respeto, con la admiración, con el aprecio profundo y con la libertad suprema que todo lo envuelve. Esta es la contradicción: dos libertades supremas deciden fundirse en unidad por propia decisión.
Las almas se amplían con la visión del otr@. Se hacen más grandes, más completas y empiezan a jugar con estos pensamientos:
No sé, amor, donde empiezas tú y donde termino yo.
Me siento libre contigo y, a la vez, dormid@ en tu regazo
Describo mi vuelo por el cielo y, junto a mí, cantas la misma canción.
Las dos pieles, antes separadas, se han convertido en una unidad superior.
Y van saliendo, de dentro, nuevas propuestas, nuevas experiencias, nuevas sugerencias de la libertad y de la decisión personal de querer estar juntos los dos.
Libres vibrando de ilusión. Libres vibrando de emoción. Libres vibrando de los lances de la vida. Libres cantando la sutil melodía de dos alas superpuestas con los ojos de la aurora del amor.
Misterio que se desgrana cada día. Misterio que se instala en la mirada repetida. Misterio que llena de dulzura cada acto. Misterio que sabe su profundidad y la de su amad@.
La libertad hace bien su trabajo. La libertad sabe poner el altar en el sitio dignificado. La libertad engrandece cuanto toca. La libertad une la apariencia y el sentir. La libertad entrega, por propia decisión, el tesoro más potente de la unidad de los dos.
No hay amor sin libertad. No hay amor sin autenticidad. No hay amor en el miedo. No hay amor en la imposición. No hay amor en amenazas que vulneran la libertad superior. No hay amor sin el misterio de la libertad de los dos.
La libertad nos hace crecer. La libertad deja desarrollarse a la planta. No la coarta. No la ahoga. Y como dos árboles autónomos, se encuentran abrazándose con las ramas de la paz, de la ilusión y de unos roces que saben a gloria en los frutos de la nueva creación.
El amor es un misterio. Y el misterio se desarrolla en la libertad de dos palomas que, sabiendo su camino, establecen, con sus emociones, volar juntas las dos.
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