lunes, febrero 8

DOMINACIÓN vs SUMISIÓN

Siempre me impactó esta relación entre las personas. Por un lado, pensaba que existía una persona fuerte, segura de sí misma, con decisión y con las cosas muy claras en su vida. Por otro lado, había una persona débil, incapaz de resolver una situación y siempre dependiente de la persona dominadora.

Pensaba en la persona débil como una víctima de la persona dominante. Realmente eso no me cuadraba con la idea del amor. Siempre libre, comprensivo, ayudador, valorativo, admirativo y con una mano tendida en cada momento del uno al otro. 

Una situación donde el desarrollo de las dos personas fuera lo más importante de la relación. Palabras grabadas en el corazón donde “tu felicidad es mi felicidad”, “tu alegría es mi alegría” elevaba a la enésima potencia esas experiencias de vivir una vida juntos.

Una vida para amarse, para desarrollarse y para descubrir los inmensos tesoros del sentimiento, de nuestros dones y de las infinitas posibilidades que anidan en la existencia de una persona.

Sin embargo, en esta relación de dominación vs sumisión el modelo se había alterado. El más alto grado de significación en la persona dominadora estaba en el sentimiento de posesión de la otra persona. Dirigirla era su objetivo. Degradarla, su “felicidad”. Llevarla por sus caminos, su satisfacción. Quitarle su dignidad, su poder. Hacerla cada vez más dependiente, su alegría. 

La persona sumisa, sintiendo su indignidad, se entregaba como víctima propiciatoria en las manos del dominador/a para que le diera su razón de ser. Llenaba su vacío interior con las órdenes de su dominador/a. Cada día repetía en su interior que no era nadie sin su dominador/a. Su compañía era su apoyo en su vida diaria. 

Siempre he sentido mucha simpatía por la persona sumisa. Siempre la víctima despertaba los mejores sentimientos de comprensión. No era posible entender que la repetición de la indignidad de una persona pudieran ser el alimento diario en la relación dominación vs sumisión. 

Hay elementos tan sustanciales que no deberían tocarse de ninguna manera. La persona ha sido creada libre, totalmente libre para vivir su relación amorosa, para gozarla, para su desarrollo y para su total liberación fabulosa. 

¿Cómo es posible admitir, que esa relación debe constituirse sobre una jaula de poder y de victimismo para anular el desarrollo natural de una planta preciosa creada para amar y ser amada?

Lo más sorprendente de la situación es que aparentemente, según mi visión, había una víctima. La vida me ha mostrado y enseñado que hay dos víctimas en esta relación malsana. El dominador/a es una víctima también de la relación. Los dos son el resultado de un desequilibrio grave en su experiencia de amor. 

Y ambos, dominante y sumis@ son los polos de este grave desequilibrio de experiencia de amor en su vida. Se aferran fuertemente a esta situación. Y los dos se convierten en víctimas de su propio error. 

El dominante no puede entablar relaciones amorosas sanas con una persona libre. No se siente. No se encuentra. Desaparece. Es una nulidad. Cree que solo se puede amar dominando. No cree en el amor. Cree en la dirección del otr@. No se da cuenta que esta actitud no engendra admiración. Y nunca recibirá libremente ningún gesto de generosidad y amor. Tiene un miedo atroz a no ser amad@ y por ello lo impone para asegurarse que lo recibe.

El sumis@ tampoco puede tener relaciones sanas en el amor. La libertad lo trastoca, l@ confunde, no se encuentra. No quiere decidir, no quiere aportar nada a la relación. Todo lo tiene que recibir sin participar. Su única aportación es dejarse orientar y dirigir en todos los momentos de su existir. Su anulación es su vida. Tiene un miedo atroz a no ser amado y por ello desaparece para poder, al menos de esta manera, recibir algo de atención por el otr@.

Nadie es dominador, nadie es sumiso. Es la creencia que tenemos que somos de esa manera. El dominador, abandonado su falso cetro, puede creer en la igualdad. El sumiso, olvidado su sentido de indignidad, puede elevarse a la altura de un ser maravilloso natural. 

Descubrir en sus vidas aquellos momentos donde se sintieron desequilibrad@s en el amor y buscar una solución natural de igualdad abren posibilidades infinitas de gozo, de paz y de serenidad. 

Son creencias. También es creencia la relación de igualdad, de libertad, de amor y entrega entre dos personas. Pero los resultados dispares de ambas creencias nos hacen decidir cuál está más cerca de la verdad. 

Nunca olvidaré la pregunta preocupada de un sumis@ que iba a vivir con un dominador/a. Le había dicho que l@ despersonalizaría. Comería comida de perro. L@ tendría siempre desnud@. Y el sumis@ preguntaba si un humano podría vivir con comida de perro solamente. 

También preguntaba qué maneras había de despersonalización. Su dominador/a le había dicho que no regresaría al mundo de las personas. Le compartí que no le permitiría hablar, solo ladrar. No tendría conversaciones con él. Habría solamente gestos. No tendría acceso, como perro, a un ordenador. Y su entorno estaría limitado totalmente. Y que no tendría libertad para escaparse porque siempre estaría atado a una fuerte correa. 

Vi cierta reacción del sumis@ a mis reflexiones. Observé su nivel de comprensión. Le dije que utilizara todos esos medios para vivir a la altura de una persona. Nadie puede poseer en esta vida la dirección de la vida de otra persona. Eso no debe ocurrir nunca. 

Una vez más la dominación se centra en la anulación. Y la sumisión en la desaparición como persona. En cambio, el amor se centra en la elevación de ambas personas. Un camino de gozo donde cosas nuevas maravillosas aparecen entre las dos. 

Ya no hay sumisión en ninguna parte. Hay una entrega gozosa, libre y hermosa. Ya no hay dominación tampoco. Hay un deseo de solución y ayuda por las dos partes en distintos ámbitos de sus capacidades. Hay admiración mutua. Hay entrega mutua. Hay comprensión mutua. Hay libertad mutua. 

Cada gesto, cada caricia, cada detalle de amor sale de un alma en libertad y la otra l@ recibe con la alegría del cielo completamiento abierto en su interioridad. 
HERMOSO AMOR EN LIBERTAD

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