miércoles, enero 30

DOS SISTEMAS DE PENSAMIENTO EN CONFLICTO


Abel guardaba en su mente dos afirmaciones que le habían llegado. Una le había llegado por el creyente de una institución que le indicaba que no creyera a nadie que atacara a esa institución respecto a sus creencias y a sus objetivos. Las instituciones, le subrayaba, tenían siempre la razón. 

El otro venía de un amigo personal suyo al que admiraba mucho. Le dijo que la verdad estaba más allá de las instituciones y de las personas. Nadie podría tener la razón y la verdad última si dejaba de escuchar el interior de su corazón, de sus momentos de serenidad y de sus reflexiones en la paz de la conciencia. 

Abel se sentía confrontado con él mismo. Una verdad venía desde fuera, desde la institución, desde el poder social reconocido por todas las personas. Otra verdad venía desde su interior. Eran dos caminos opuestos. La institución venía de fuera hacia dentro. La interna venía desde su interior donde la paz serenaba los ánimos y los clarificaba. 

Abel leía, trataba de comprender y reflexionaba: “He señalado repetidamente que el ego cree que puede atacar a Dios, y trata de convencerte de que eso es lo que tú has hecho”. 

“Si la mente no puede atacar, el ego – con perfecta lógica – llega a la conclusión de que tú no puedes ser otra cosa que un cuerpo. Al negarse a verte tal como eres, puede verse a sí mismo como él quiere ser”. 

“Consciente de sus debilidades, el ego quiere que le seas leal, pero no como realmente eres. Desea, por lo tanto, involucrar a tu mente en su propio sistema ilusorio, ya que de otra manera la luz de tu entendimiento lo desvanecería”. 

“No quiere tener nada con la verdad porque él en sí no es verdad. Si la verdad es total, lo que no es verdad no existe. Tu compromiso con cualquiera de esas dos posibilidades tiene que ser total”. 

“La verdad y lo falso no pueden coexistir en tu mente sin dividirla. Si no pueden coexistir en paz, y si lo que quieres es estar en paz, tienes que abandonar por completo y para siempre la idea de conflicto”. 

“Esto requiere que te mantengas alerta mientras no te des cuenta de lo que es verdad. Mientras sigas creyendo que dos sistemas de pensamiento completamente contradictorios pueden compartir la verdad, es obvio que tienes que mantenerte alerta”. 

Abel concluía después de la lectura que debía decidirse por una de esas dos afirmaciones que le habían llegado a su vida. Las dos personas eran amigos de gran confianza. Los dos le habían compartido con sinceridad sus creencias y sus verdades personales. 

Sin embargo, no podía seguir los dos caminos. Debía elegir un solo camino. La verdad no estaba dividida. Abel confiaba en un Padre Eterno que hablaba directamente a Sus Hijos. No podía concebirlo de otra manera. Por ello, no podía poner por delante de Él Mismo a una institución.

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