jueves, enero 10

TENER Y SER SE RECONCILIAN EN TU MENTE


Esteban se había encontrado con una idea que le costaba aceptar. La identificación entre los verbos ‘tener’ y ‘ser’ no le resultaba nada familiar ni nada correspondiente. Siempre los había tenido como verbos distintos y no había conexión en sus significados. 

‘Tener’ era sinónimo de poseer. Había una distancia con el verbo ‘ser’. Este último indicaba lo que realmente éramos. El otro, ‘tener’, era algo adquirido por esfuerzo y por método. O bien era algo casual en un momento. Tener paz en cierto período de la vida era algo aceptable, pero subrayaba la temporalidad. 

Al no ‘ser paz’, la guerra, el enfado, la ira, la contrariedad, entraba en cualquier momento y exponía que no era paz. No había escuchado de ninguna persona que fuera paz. Sin embargo, había escuchado que tenía paz. Así se subrayaba la idea de que no éramos realmente paz. 

Una dificultad cuando la aplicábamos a nosotros mismos. Al no ser, por ejemplo, ‘cuidadoso’, se tenía que trabajar ese ‘ser cuidadoso’ para tener esa cualidad. El esfuerzo venía de fuera. Se admitía que no era parte de nuestra naturaleza, de nuestra existencia, de nuestro ‘ser’. 

“Estar en el Reino quiere decir que pones toda tu atención en él. Mientras sigas creyendo que puedes prestar atención a lo que no es cierto, estarás eligiendo aceptar el conflicto”. 

“Mas ¿es esto realmente una elección? Parece serlo, pero las apariencias y la realidad no pueden ser lo mismo. Tú, que eres el Reino, no tienes nada que ver con las apariencias”. 

“La realidad es tuya porque tú eres la realidad. De esta manera es como en última instancia ‘tener’ y ‘ser’ se reconcilian en tu mente, no en el Reino. El altar que se encuentra allí es la única realidad”. 

“El altar es perfectamente inequívoco en el pensamiento porque es un reflejo del Pensamiento perfecto. Tu mente recta ve únicamente hermanos porque ve únicamente en su propia luz”. 

Esteban captaba que las creencias nos hacían ver que nos faltaban ciertas cualidades y que debíamos luchar por ellas. Si se cambiaba la creencia, y centrándose en la experiencia, se podía llegar a la conclusión de que algunas de esas cualidades ya estaban dentro de nosotros en el nivel del ‘ser’. 

Si estaban dentro, ¿por qué teníamos que esforzarnos en adquirirlas? Mas bien debíamos aceptarlas y dejarlas salir con la naturalidad de la vida. El camino era distinto. En lugar del esfuerzo por adquirir, estaba el camino sereno de dejarlas salir. Reconciliar al ‘tener’ y al ‘ser’ era nuestro objetivo.

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