jueves, enero 17

¿QUÉ VEMOS EN LOS DEMÁS?


Enrique se quedó fijo, pensativo, en el horizonte. Su libro entre sus manos resbalaba y apenas sus muslos podían evitarlo. Sentado sobre un risco, los pies balanceándose en el aire que daba al valle. Un punto empezaba a tomar cuerpo en su mente, en sus pensamientos, en sus planteamientos. 

Se sentía por unos instantes un pensador griego. A pesar de la profunda diversidad de la naturaleza, tuvieron la intuición que había partículas mínimas que formaban cada compuesto diferente. Así acuñaron una palabra que se ha encarnado entre nosotros: átomo. Es decir, indivisible. 

Hoy se conocen al ver la tabla periódica. Tomó su tiempo construirla. Años de investigación le precedieron, pero esa idea común tomó cuerpo. Se había descubierto una unidad común a todas ellas. Ahora pasaba ese concepto a los humanos. 

Eran muy diversos entre sí, pero había algo que los conformaba que era palpable en todos. La medicina no tenía que hacer distinciones para tratar a los diversos cuerpos del género humano. Se podía operar a cualquiera con los mismos protocolos. 

Quedaba buscar la unidad en el espíritu, en lo más excelso del ser humano: su inteligencia y su visión de lo trascendente. Todas las culturas habían desarrollado un cuerpo de creencias de lo invisible. Y eso invisible dirigía sus vidas. Las creencias lo mantenían. 

“Tienes que aprender a cambiar de mentalidad con respecto a tu mente. Sólo así puedes aprender que tu mente es inmutable. Eso es exactamente lo que estás aprendiendo cuando llevas a cabo una curación”. 

“Estás reconociendo que la mente de tu hermano es inalterable, al darte cuenta de que es imposible que él hubiese podido efectuar cambio en ella. Así es como percibes al Espíritu Santo en él”. 

“El Espíritu Santo en él es el único que nunca cambia Su Mente. Tu hermano tal vez piense que él puede cambiar la suya, o, de otro modo, no se percibiría a sí mismo como enfermo”. 

“No sabe, por lo tanto, lo que es su Ser. Si sólo ves en él lo inalterable en realidad no lo has cambiado. Al cambiar de mentalidad acerca de su mente por él, le ayudas a anular el cambio que su ego cree haber efectuado en él”. 

Enrique aceptaba que la parte indivisible de cada cultura eran sus creencias. Esas creencias dirigían la vida y la conformaban. Las creencias tenían ese poder infinito. De ahí, el respeto total hacia las creencias de los demás que construyen su vida de modo diferente. 

Pero, a pesar de la diferencia de creencias, siempre hay un elemento único que clama por la unidad. Amaos, respetaos, uníos, ayudaos, y no expulséis a nadie de ese círculo de amistad mínimo para vivir todos juntos.

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