lunes, enero 14

LA UNIDAD NO ADMITE EXCEPCIONES


Adolfo pensaba en la actitud de un doctor que conocía. Era una persona dada a hacer favores a los que consideraba sus amigos y sus conocidos. Tenía una escala de personas con las que las relaciones eran vitales en algunos de sus momentos delicados. 

Aquellos con los que se desarrollaban esos vínculos tenían cierto derecho que las demás personas no tenían. Les acortaba el tiempo de atención y utilizaba su influencia y poder para beneficiar a esas personas en detrimento de las otras. Era una forma de determinar, según él, quién era importante y quién no. 

Adolfo veía que el respeto, la consideración a todos, la valoración de cualquier persona era vital para la unidad. Las excepciones siempre catalogaban a las personas de importantes y menos importantes. La unidad quedaba rota por la decisión de una mente que no vivía el asunto de la unidad. 

“El Espíritu Santo no actúa al azar, y toda curación que procede de Él es siempre eficaz. A menos que el sanador cure siempre por mediación Suya los resultados no variarán”. 

“Cuando el sanador admite que hay excepciones, y que unas veces puede curar y otras no, está obviamente aceptando la inconsistencia. Está, por lo tanto, en conflicto, y eso es lo que está enseñando”. 

“¿Sería posible que lo que es de Dios no fuese para todos y para siempre? El amor es incapaz de hacer excepciones. Sólo si hay miedo parece tener sentido la idea de las excepciones”. 

“Las excepciones son amedrentadoras porque las engendra el miedo. La expresión “sanador-temeroso” es una contradicción intrínseca, y es, por lo tanto, un concepto que sólo para una mente en conflicto podría tener sentido”. 

Adolfo se enfrentaba a los misterios de este mundo cuando no se seguía el propósito de unidad propuesto por nuestro Hacedor. Mucha gente tenía una expresión preparada para utilizar en estos casos: Algunos tienen padrinos y otros no. 

Sin embargo, a pesar de los inconvenientes que se podían encontrar en personas que no aplicaban el principio de unidad, el Eterno nunca dejaba de actuar en nuestro favor y contrarrestaba la acción de estos representantes Suyos que no aplicaban la unidad.

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