domingo, enero 13

SÓLO LAS MENTES PUEDEN COMUNICARSE


Rafa reconocía que por los ojos podía entrar todo tipo de imágenes. Ante el asalto de la cultura actual de la importancia del cuerpo, parecía que el cuerpo adquiría una prominencia, un poder, una dirección que aniquilaba el valor de las otras virtudes en muchos momentos de la vida. 

Los cuerpos pueden trabajarse, pueden cuidarse, pueden ofrecer soluciones aparentemente bellas y preciosas. Sin embargo, el cuerpo más precioso no reemplazaba un trato delicado, respetuoso, valorativo de la persona. Esas cualidades las proporcionaba la mente y nuestras creencias. 

Si la mente y sus creencias solamente tuvieran como referencia el cuerpo, podían minusvalorar, menospreciar, dejar de lado a las personas que no alcanzaran los estándares subjetivamente seleccionados. Sin embargo, nada nos catapultaba a la comprensión y a la paz si no hubiera una creencia en el valor intrínseco del ser humano. 

“Solo las mentes pueden comunicarse. Puesto que el ego no puede destruir el impulso de comunicar porque es también el impulso de crear, sólo puede enseñarte que el cuerpo puede comunicarse, así como crear, y, por ende, que no tiene necesidad de la mente”. 

“El ego, por consiguiente, trata de enseñarte que el cuerpo puede actuar como la mente y que es, por lo tanto, autosuficiente. Sin embargo, hemos aprendido que ni la enseñanza ni el aprendizaje tienen lugar en el nivel del comportamiento, toda vez que puedes actuar de acuerdo con lo que no crees”. 

“Al hacerlo, sin embargo, pierdes fuerza como maestro y como estudiante porque, tal como se ha señalado repetidamente, enseñas lo que crees. Las lecciones contradictorias se enseñan mal y se aprenden mal”. 

“Si enseñas enfermedad y curación, eres al mismo tiempo un mal maestro y un mal estudiante”. 

Rafa veía que, si seguía toda la evolución del cuerpo, el error se daba principalmente en la época donde el cuerpo estaba lleno de fuerza y de potencia interior. El cuerpo, a lo largo del tiempo, perdía ese poder interno. La potencia declinaba y la sabiduría debía guiarnos. 

La mente crecía y se adaptaba a las nuevas situaciones. La mente nunca dejaba de ocupar su posición a lo largo de su existencia. La sabiduría iba creciendo en los espíritus de aprendizaje continuo y constante. La mente era vital y eterna. El cuerpo era fuerte en algunos períodos.

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