sábado, enero 5

UN BUEN TRADUCTOR NOS AYUDA


Marcos se dio cuenta, por primera vez, de la función del traductor cuando estaba en la universidad. Había escuchado, muchas veces, la expresión italiana que subrayaba las malas traducciones: ‘traduttore, traditore’ cuya expresión literal era: traductor, traidor. 

Sin llegar a la literalidad, se ponía de manifiesto que no siempre la traducción daba una visión fiel de lo traducido. Había un autor francés que la profesora les dijo a sus alumnos que leyeran la obra en francés y que después leyeran dos traducciones al español. Una de dichas traducciones la realizó Mario Vargas Llosa. 

El libro en francés estaba lleno de matices y de propuestas de palabras. Las traducciones tenían que suplir esos artificios con otros correspondientes en la lengua traducida. Comparar las traducciones en español no tenía ningún sentido. Una de las traducciones era mecánica, formal y solo daba un sentido esencial. 

La otra traducción era una verdadera obra de arte. Había tratado de reproducir en castellano la vitalidad literaria de la obra en francés. Fue el primer contacto que tuvo con el asunto de las traducciones. La función del traductor, como se veía claramente, era decisiva. 

“Para que las leyes puedan ser útiles tienen que comunicarse. En efecto, tienen que ser traducidas por aquellos que hablan distintos idiomas. Un buen traductor, no obstante, si bien tiene que alterar la forma de lo que traduce, jamás altera el significado”. 

“De hecho, su único propósito es cambiar la forma de modo que la traducción conserve el significado original. El Espíritu Santo es el traductor de las leyes de Dios para aquellos que no las entienden”. 

“Tú no podrías hacer eso por tu cuenta porque una mente en conflicto no puede serle fiel a un solo significado, y, por lo tanto, altera el significado para conservar la forma”. 

Marcos, cada vez, veía, más necesario. tener una comunicación directa con el cielo. La diversidad de interpretaciones de las traducciones había dado lugar a diferentes iglesias dentro del denominado ‘cristianismo’ por tener como punto central a Cristo. 

Lo que realmente las separaba era la interpretación literal en algunos contextos y la interpretación simbólica en otros contextos. Esa simple actitud les hacía poner en marcha caminos distintos para alcanzar el objetivo. 

Cada alma debía decidir. Marcos se aferraba a una relación de naturalidad entre el cielo y la tierra para dejarse guiar en ese proceso de traducción. El Espíritu Santo actuaba como medio entre el cielo y la tierra.

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