A Rafa, le costaba aceptar que la persona misma era la que se negaba el cielo, era la que se negaba la mentalidad del cielo. Pensaba cómo podía ser que la misma persona se negara tal cielo. El cielo, en sí, por lo que significaba era una realidad muy apetecida por todos.
No tenía ninguna idea negativa en todo lo que expresaba. Era ese anhelo de alcanzar lo inalcanzable lo que hacía del cielo esa aspiración suprema. Los atributos eran muy hermosos. Se decía a las personas amables y consideradas muy buenas: ‘eres un trozo de cielo’ o simplemente ‘eres un cielo’.
Cada uno expresaba con esa afirmación una realidad altamente fiable, maravillosa y llena de bondad.
“Examina el reino que fabricaste y juzga su valor imparcialmente. ¿Es acaso digno de ser la morada de una criatura de Dios? ¿Protege tal mundo su paz e irradia amor sobre ella? ¿Evita acaso que su corazón sea afectado por el miedo, y le permite dar siempre sin experimentar una sensación de pérdida?”
“¿Le enseña que esa forma de dar es su dicha, y que Dios mismo le agradece lo que da? Ese es el único ambiente en el que puedes ser feliz. Tu no lo puedes ‘crear’, como tampoco puedes ‘crearte’ a ti mismo”.
“Fue creado para ti tal como tú fuiste creado para él. Dios vela por Sus Hijos y nos les niega nada. Mas cuando ellos lo niegan a Él, dejan de ser conscientes de eso porque se niegan todo a sí mismos”.
“Tú, que podrías estar dando el Amor de Dios a todo lo que ves, a todo lo que tocas, y a todo lo que recuerdas, estás literalmente negándote el Cielo a ti mismo”.
Rafa entendía que el cielo no era un lugar físico donde todo estaba resuelto. Lo entendía como un lugar donde una mentalidad nueva se desarrollaba. Una mentalidad compartida por Jesús. Muchas de las propuestas de Jesús no eran aceptadas.
En esa línea, Rafa entendía que muchos rechazaran el Cielo como un lugar en el que su mentalidad no coincidía con la de su Creador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario