domingo, marzo 17

ESTAR DÓNDE DESEAMOS ESTAR


Esteban comprendía que cada persona tenía su propia libertad para encontrar su lugar en el mundo, en su pensamiento y en sus logros. Todos, sin excepción, encontrábamos que había lugares con los que nos identificábamos y, otros no nos daban ese punto de paz y equilibrio que necesitábamos. 

La posibilidad de elegir también era un ejercicio de nuestra libertad. Escoger nos ofrecía la posibilidad de poner en funcionamiento nuestras habilidades comparativas de los puntos a nuestro favor y los puntos en contra nuestra. Nuestra mente, de modo inconsciente, hacía todas esas cosas para orientarnos en cierta dirección. 

“La gracia es el estado natural de todos los Hijos de Dios. Cuando no están en estado de gracia, están fuera de su medio ambiente, y, por lo tanto, no se desenvuelven bien”. 

“Todo lo que hacen les produce tensión porque no fueron creados para el medio ambiente que ellos mismos se han labrado. No pueden, por lo tanto, adaptarse a él, ni hacer que dicho ambiente se adapte a ellos”. 

“De nada sirve intentarlo. Un Hijo de Dios es feliz únicamente cuando sabe que está con Dios. Ése es el único medio ambiente en el que no sufre tensión porque ahí es donde le corresponde estar”. 

“Es también el único medio ambiente que es digno de él porque su valía está más allá de cualquier cosa que él pueda inventar”. 

Esteban reconocía que era una forma de repensar todas las actividades que había tenido hasta entonces y que le habían satisfecho. Así podía constatar con su experiencia la afirmación del párrafo anterior. Aceptaba que Dios era una forma de mentalidad. 

Esa mentalidad estaba en continuo movimiento en su interior. Y sería bueno que fuera constatando las partes de esa mentalidad que coincidían con las propuestas del evangelio de Jesús y cuáles se oponían a él. El camino estaba marcado. 

Todas las conversaciones que tenían como base la reflexión de las cualidades de dicha mentalidad le eran gratas. Descubría, de vez en cuando, detalles que ampliaban su campo de visión. Y, esa visión, era la que decidía la forma de enfrentar cualquier problema con la tranquilidad de la mentalidad de Jesús.

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