Darío recordaba aquella frase que leyó en latín acerca de la historia. Su idea se le quedó grabada en su mente. No era difícil traducirla del latín tampoco y eso le gustó mucho: “Historia magistra vitae est”. La frase la pronunció Cicerón y Darío creía que la experiencia en la vida de una persona actuaba de esa forma.
La traducción nos decía que la “Historia era la maestra de la vida”. Una especie de profesora que nos indicaba muchas cosas. Nuestra experiencia, si no queríamos repetirla en los mismos términos que nos dejaron insatisfechos, debíamos cambiarla.
A veces, Darío también pensaba en la otra frase popular que nos indicaba nuestra falta de sabiduría: ‘El ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra’. Darío pudo constatarlo durante un verano con un pequeño burro. Tropezó una vez con una piedra del camino. Al día siguiente, rodeó el lugar donde estaba la piedra para no tropezar más.
“Lo que aprendiste en el pasado tiene que haberte enseñado lo que no te convenía, por la sencilla razón de que no te hizo feliz. Sólo por esto debería ponerse en duda su valor”.
“Si el propósito del aprendizaje es producir cambios – y ese es siempre su propósito - ¿te sientes satisfecho con los cambios que tu aprendizaje ha producido en ti?”
“Si no estás contento con lo que aprendiste es señal evidente del fracaso de dicho aprendizaje, ya que significa que no conseguiste lo que deseabas”.
Los cambios se ponen como el elemento que nos debe orientar sobre el tipo de aprendizaje que hicimos en el pasado. El burro aprendió rápido y ya no tropezó más con aquella piedra que lo hizo tropezar.
Cada uno toma sus decisiones respecto a las experiencias habidas y orienta con ellas su mentalidad y su cambio. Es un excelente medio para ir avanzando por el terreno propio de los seres humanos: el aprendizaje.
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