miércoles, marzo 6

SÓLO LO PLENO PUEDE NACER


Samuel empezaba a comprender la diferencia entre nacer o crear y fabricar. Cuando se creaba se hacía para todo el mundo. No se excluía a nadie. Cuando se fabricaba era solamente para un grupo. Todos los demás eran excluidos del mismo. Sólo un Dios, Padre de todos, podía crear o hacer nacer. 

El hombre tenía la misma habilidad. Podía crear cuando era para todos. Pero, cuando hacía distinciones entonces fabricaba. La diferencia era muy notoria. La creación era eterna, justa, comprensiva y se pensaba en todos. La fabricación era temporal, injusta y sin comprensión, no se pensaba en todos. 

Esa idea de lo completo era algo que el ser humano había olvidado de su experiencia en la vida. Su plenitud era la misma que la de su Creador. Pero el ser humano confiaba en sus manos la idea de plenitud atesorando cosas y elementos porque se sentía vacío. 

“Tú no has dejado de incrementar la herencia de los Hijos de Dios, y, por lo tanto, no has dejado de asegurarte de que fuese tuya. Puesto que la Voluntad de Dios fue dártela, te la dio para siempre”. 

“Puesto que Su Voluntad fue que dispusieses de ella para siempre, te proporcionó los medios para conservarla. Y eso es lo que has hecho. Desobedecer la Voluntad de Dios es algo que sólo tiene sentido para los dementes”. 

“En realidad es imposible. Lo completo de tu Ser es tan ilimitado como el de Dios, y, al igual que la Suya, se extiende en paz perfecta y para siempre. Su esplendor es tal que crea en perfecta dicha, y de Su plenitud sólo lo pleno puede nacer”. 

Samuel comprendía la idea plenitud y la idea de lo completo. Sólo le faltaba aplicarlo a sus actividades diarias, a sus pensamientos, a sus reflexiones y a sus decisiones. Poco a poco se iba haciendo carne en su devenir y en sus actividades. 

Todo un hermoso descubrimiento que le daba paso a seguir ascendiendo niveles en la comprensión de Dios y en la aceptación de sí mismo como Hijo de Dios.

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