jueves, marzo 7

LA TOTALIDAD ES NUESTRA IDENTIFICACIÓN


Benito tenía en cuenta de que la aportación de Jesús al concepto de familia cambiaba los lazos de relación biológica por otros lazos de relación de principios humanísticos comprensivos. La expresión de Jesús: “aquel que hace la voluntad de su padre que está en los cielos, es mi padre, mi madre, mi hermano, mi hermana” cambia el sentido de la relación. 

Jesús siempre utilizaba los ejemplos físicos humanos para hablarnos de realidades de principios humanísticos universales. Si todos descendíamos de nuestro Padre Celestial, todos sus hijos eran hermanos. Jesús subrayaba que no es la relación biológica lo que definía el parentesco en el Reino de los Cielos. 

Por ello, ante un solo Padre de todos, todos formábamos la familia del Padre si aceptábamos sus principios humanísticos comprensivos. Era parte de nuestra libertad. A nadie se le obligaba a que formara parte de esa familia. Sin embargo, si decidía aceptar los principios, se convertía automáticamente en una parte de la familia. 

“Ten por seguro que nunca perdiste tu Identidad, ni tampoco las extensiones que la mantienen en un estado de plenitud y de paz. Los milagros son expresiones de esta certeza”. 

“Son a la vez reflejos de tu correcta identificación con tus hermanos, así como de tu conciencia de que esta identificación se conserva mediante la extensión. El milagro es una lección de percepción total. Al incluir cualquier parte de la totalidad en la lección, incluyes a la totalidad”. 

Benito iba dando sus pasos en esa totalidad, en esa plenitud, en esa visión conjunta donde todos formaban parte por sus principios humanísticos comprensivos de esa gran familia indicada por Jesús. Ya no eran los apellidos, la pertenencia a una región, a un pueblo, a una nación, a una raza, lo determinante de la familia. 

Lo que Jesús subrayaba era una nueva mentalidad, un nuevo concepto, una nueva idea, un nuevo planteamiento que no había visto aplicar por ninguna de las instituciones que nos rodeaban. Y esa libertad era suprema. Nuestro propósito con esos principios era la puerta de entrada a la familia de la cual formábamos parte.

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