Guille recordaba que una noche volviendo a casa debía pasar por unas calles muy estrechas. La idea en su mente era que unas personas estaban apostadas en algunos lugares ocultos para sorprenderle y hacerle daño. Con esa premisa en su mente, cualquier ruido lo interpretaba según el planteamiento que había establecido en su mente.
Corría por las calles para eludir ser alcanzado. Se paraba y escuchaba. Cualquier murmullo, cualquier ruido de ventana que se abría era interpretado según la premisa que tenía en su mente. Todo, todo, lo que le llegaba debía cumplir con la premisa dispuesta en su cuerpo.
“El Reino, al igual que este mundo, es el resultado de ciertas premisas. Puede que hayas llevado el razonamiento del ego a su conclusión lógica, que es una confusión total respecto a todo”.
“Si realmente vieses lo que resulta de ese razonamiento, lo repudiarías. La única razón por la que pudieras desear algún aspecto de lo que resulta de ese razonamiento es que no alcanzas a ver su totalidad”.
“Estás dispuesto a examinar las premisas del ego, pero no su conclusión lógica. ¿No sería posible que hubieses hecho lo mismo con las premisas de Dios? Tus creaciones son la conclusión lógica de Sus premisas”.
“El pensamiento de Dios las ha establecido para ti. Se encuentran exactamente donde les corresponde estar. Y donde les corresponde estar es en tu mente, como parte de tu identificación con la Suya”.
“Sin embargo, tu estado mental, así como el reconocimiento por tu parte de lo que se encuentra en tu mente, dependen de lo que crees acerca de ella. Sean cuales sean esas creencias, constituyen las premisas que habrán de determinar lo que aceptes en tu mente”.
Guille se daba cuenta de la fuerza de la premisa. Si al pasar por esas calles estrechas, hubiera establecido que iba a compartir unos minutos con gente encantadora por la cercanía de las calles, los ruidos que le llegaran los interpretaría de acuerdo a esa premisa.
Una premisa muy distinta a la primera llena de temor y de miedo. Si la premisa que tuviéramos de Dios es que se trataba de un Padre, del mejor Padre del mundo, un Padre que se encontraba en nuestro interior y teníamos allí nuestros encuentros y nuestras charlas, la confianza llenaría nuestra vida y de acuerdo a esa confianza interpretaríamos todos los ruidos que nos llegaran.
No hay comentarios:
Publicar un comentario