jueves, mayo 10

A IMAGEN Y SEMEJANZA

Enrique le había dado muchas vueltas a esa expresión de que éramos creados a imagen y semejanza de Dios. Difícil de entender si no conocíamos personalmente a Dios. Toda una expresión sujeta a muchas interpretaciones y a muchas genialidades de sentido. 

Por una parte, era todo un honor reflejar la semejanza del Creador. Por otra parte, nosotros teníamos una parte física muy evidente. Procedíamos del barro de la tierra: un material humilde y sin valor. Por ello, se nos repetía que éramos polvo y en polvo nos íbamos a convertir. 

Algunos nos decían que, a pesar de la sencillez de la tierra, Dios se dignó poner su Espíritu en ese frágil vaso. Otros subrayaban que una vez muertos todo se acababa. A pesar del mismo origen, la humanidad ha tratado a lo largo de su historia de separar a hombres dignos de hombres indignos. 

Hombres libres de hombres esclavos. Si eras considerado ciudadano romano, tenías todos los derechos de las personas. Si no eras considerado como tal, cualquiera podía quitarte la vida sin cometer ningún delito: la civilización y la barbarie. 

Hombres humanistas siempre han estado blandiendo su fuerza de espíritu para destacar que el origen de la humanidad es el mismo. Por ello, todos tienen la misma dignidad. Gracias a esos hombres el mundo civilizado ha ido progresando. 

“La afirmación ‘Dios creó al hombre a imagen y semejanza propia’ necesita ser reinterpretada. ‘Imagen’ puede entenderse como ‘pensamiento’ y ‘semejanza’ como ‘de una calidad semejante’. Dios efectivamente creó al espíritu en Su Propio Pensamiento y de una calidad semejante a la Suya Propia”. 

“No hay nada más. La percepción, por otra parte, no puede tener lugar sin la creencia en ‘mas’ y en ‘menos’. La percepción entraña selectividad a todo nivel. Es un proceso continuo de organización y reorganización, de sustitución y cambio”. 

“Evaluar es un aspecto esencial de la percepción, ya que para poder seleccionar es necesario juzgar”. 

Enrique comprendía que el pensamiento era vital en la persona. Era lo más destacado de cada ser viviente. Era lo más valioso del género humano. Y esa imagen de cada ser hablante era el reflejo de la imagen de Dios en el hombre. 

Un pensamiento divino y de una calidad semejante al Espíritu del Creador. Enrique se entristecía al ver cómo en muchas ocasiones, en muchas incidencias de la vida donde el respeto no se ejercía, una acción sistemática de quitarle la dignidad a las personas entraba en acción. 

El acoso escolar, los enfrentamientos al tildar a los demás de enemigos, resolver las desavenencias por la fuerza, y así se podría seguir. Pero hay cantidad de muchas personas que saben respetar, valorar, admirar, y unirse con toda la humanidad y compartir un mensaje de unidad que hacía feliz al alma humana.

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