Darío en su experiencia de profesor había visto cómo muchos alumnos tenían una idea de sí mismos que coincidía con la idea de sus padres. Otros tenían una idea basada en sus comparaciones con sus compañeros. Algunos arrastraban una idea que alguien de la familia les dijo sobre su poca valía.
Ahora se daba cuenta de que la idea que se tenía de uno mismo se basaba en algo externo. No nacía del interior. No era una seguridad personal que emanaba del carácter personal interior. Siempre variaba según las comparaciones valorativas con otros y de esas comparaciones se sacaban conclusiones.
La gente que nos quería apostaba por nosotros. Pero eso, en momentos, sabíamos descontarlo porque, de inmediato, poníamos el pensamiento de que eran personas que nos amaban. Ellas exageraban. Era mucho más tenido en cuenta la opinión del grupo de amigos, y otras personas que nos influenciaban.
“Mientras continúe habiendo percepción, la oración será necesaria. Puesto que la percepción se basa en la escasez, los que perciben no han aceptado totalmente la Expiación ni se han entregado a la verdad”.
“La percepción se basa en un estado de separación, así que todo aquel que de alguna manera percibe, tiene necesidad de curación. El estado natural de los que gozan conocimiento es la comunión, no la oración”.
“Dios y Su milagro son inseparables. ¡Cuán bellos son en verdad los pensamientos de Dios que viven en Su Luz! Tu valía está más allá de la percepción porque está más allá de toda duda”.
“No te percibas a ti mismo bajo ninguna otra luz. Conócete en la Única Luz en la que el milagro que eres se alza en perfecta claridad”.
Darío veía con claridad el problema de la escasez en la percepción. Había visto alumnos extraordinarios, capaces de alcanzar metas estupendas, fracasar por la baja autoestima, por la percepción de una valoración escasa de sí mismos.
Dejaba esa frase que le había llegado al alma balancearse en su interior gozando con ella: “El estado natural de los que gozan conocimiento es la comunión, no la oración”. La persona gozaba comunión con un ser infinito.
Con una baja autoestima, debía pedir en oración mucha ayuda. Darío se fortalecía porque su comunión se ampliaba y en cada ocasión experimentaba una paz y una energía plena que lo dejaba repleto en todo nivel.
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