viernes, mayo 11

CONCIENCIA PARCIAL

Luis estaba cansado de ver conclusiones distintas ante una misma incidencia, un mismo hecho, un mismo acontecimiento. A pesar de tener todos ojos, no veían lo mismo. Cada uno percibía parcialmente. No eran capaces de captar la totalidad. 

La percepción estaba distorsionada por la interpretación. Esa interpretación estaba orientada por las creencias, por las actitudes, por los propios intereses. Cada uno llegaba a una conclusión diferente, distinta y, en ocasiones, opuesta entre ellos. 

Todo un mecanismo de interpretación que no alcanzaba a ver la objetividad del hecho en sí. Nunca se podía conocer la opinión sobre un hecho de forma objetiva. Siempre el informador se situaba desde su interpretación. A lo sumo lo que captaba el oyente era la opinión personal de la persona en cuestión. 

Nuestra visión de las cosas era totalmente parcial. “¿Qué le ocurre a la percepción en ausencia de juicios, o de nada que no sea perfecta igualdad? Percibir se vuelve imposible. La verdad sólo se puede conocer”. 

“Toda ella es igualmente verdadera, y conocer cualquier parte de ella es conocerla en su totalidad. Únicamente la percepción entraña una conciencia parcial”. 

“El conocimiento trasciende las leyes que gobiernan la percepción porque un conocimiento parcial es imposible. El conocimiento es uno y no tiene partes separadas”. 

“Tú que eres realmente uno con él, sólo necesitas conocerte a ti mismo para que tu conocimiento sea total. Conocer el milagro de Dios es conocerlo a Él”. 

Luis reconocía que era vital conocernos a nosotros mismos. Era la vía para llegar al Eterno. Era el camino para llegar al conocimiento. Nosotros somos criaturas del Padre. Entre Él y nosotros no hay parcialidad. 

Y se repetía para sus adentros: “Tú que eres realmente uno con él, sólo necesitas conocerte a ti mismo para que tu conocimiento sea total. Conocer el milagro de Dios es conocerlo a Él”.

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