Mario recordaba la anécdota que les había compartido el profesor de química. Dijo que además de los remedios naturales y del uso de las medicinas, había un poder dentro del ser humano del que era inconsciente. Cierto doctor no sabiendo cómo aconsejar más a su paciente un día le comentó.
- Voy a recetarte una medicina nueva que va a resolverte todos los problemas. Tus continuos problemas de preocupaciones van a desaparecer. Te voy a escribir la receta. Vas a la farmacia y allí te la prepararán. Te la tomas y dentro de un mes hablamos. ¿Te parece bien?
- Sí, muy bien, doctor. Eso me suena genial. Le extendió la receta y le escribió la siguiente frase que el hombre no entendió: ácido acetil salicílico.
Con la receta, el señor fue a la farmacia. El doctor ya había quedado con el farmacéutico para que se la preparara. La fórmula química se trataba de una sencilla aspirina machacada en polvo. Así fue visitando la farmacia y tomándose la dosis que le había prescrito.
Dentro de un mes, el doctor y el paciente volvieron a verse. El paciente le estaba profundamente agradecido. Le dijo que le había quitado un peso de encima. El doctor lo auscultó, le hizo varias preguntas y le dijo que siguiera tomando un mes más dicho medicamento.
El doctor sabía que el poder de la mente era muy grande. Desviando su atención de sus dolencias imaginadas hacia el nuevo medicamento, realmente mejoró, pero no podía decirle el remedio que había utilizado.
“El perdón es lo que sana la percepción de la separación. Es necesario que percibas correctamente a tu hermano debido a que las mentes han elegido considerarse a sí mismas como entidades separadas”.
“El espíritu tiene absoluto conocimiento de Dios. En eso radica su poder milagroso. El hecho de que cada uno de nosotros disponga de ese poder en su totalidad es una condición enteramente ajena al pensar del mundo”.
“El mundo cree que, si alguien lo tiene todo, no queda nada para los demás. Mas los milagros de Dios son tan totales como sus Pensamientos porque son Sus Pensamientos”.
Mario no había podido olvidar aquel incidente de la aspirina. La focalización era vital para orientar el trabajo de la mente. El doctor cambió la idea de negatividad sobre la idea de remedio-solución en un medicamento. El hombre, que confiaba en su doctor, le creyó totalmente.
Así un cambio de consideración, descubrió que la misma mente mal enfocada era capaz de hacer enfermar al cuerpo y a la persona. Era capaz de tener una idea de los demás totalmente distorsionada. Ver a nuestros hermanos como parte de nuestro propio espíritu, era vital para desarrollar ese perdón sanador.
Ese era una remedio total y enriquecedor para todos.
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