jueves, mayo 17

AGOTAMIENTO CONTINUO Y CONSTANTE

Iván no salía de su asombro. Siempre había referido el cansancio a la actividad física y a la actividad de estudiar. Ambas actividades consumían energías y ofrecían resultados. Era natural cansarse. En una, el cuerpo se desarrollaba en sus músculos y en sus potencialidades físicas. 

En la otra, la cabeza tomaba el timón de la actividad y procuraba comprender y memorizar los nuevos aprendizajes. Hasta aquí todo iba bien. Una vez liberado del esfuerzo, la vida volvía a su normalidad. El cansancio aparecía y se refería a las actividades del día. 

Lo que acababa de descubrir era que su cansancio también se refería a la incesante actividad de su mente que no dejaba de pensar, comparar, montar campañas de discusiones en su interior y de enfadarse él mismo sin mediar otra persona. Sólo sus pensamientos le bastaban para montarse el teatro. 

Momentos donde la paz debía presidir la conciencia, se convertían, por el arte del continuo runruneo del cerebro, en un conjunto abigarrado de imágenes y de situaciones virtuales sólo válidas para su mente. 

“Cuando te sientes cansado es porque te has juzgado a ti mismo como capaz de estar cansado. Cuando te ríes de alguien es porque has juzgado a esa persona como alguien que no vale nada”. 

“Cuando te ríes de ti mismo no puedes por menos reírte de los demás, aunque sólo sea porque no puedes tolerar la idea de ser menos que ellos. Todo esto hace que te sientas cansado, ya que es algo básicamente descorazonador”. 

“No eres realmente capaz de estar cansado, pero eres muy capaz de agotarte a ti mismo. La fatiga que produce el juzgar continuamente es algo realmente intolerable”. 

“Es curioso que una actividad tan debilitante goce de tanta popularidad. No obstante, si deseas ser el autor de la realidad, te empeñarás en aferrarte a los juicios”. 

“También les tendrás miedo, y creerás que algún día serán usados contra ti. Sin embargo, esta creencia sólo puede existir en la medida en que creas en la eficacia de los juicios como un arma para defender tu autoridad”. 

Iván entendía un poco mejor por qué en muchos momentos deseaba la paz como una necesidad total. “Todo esto hace que te sientas cansado, ya que es algo básicamente descorazonador”. Esa frase le había llegado al corazón. Todo juicio descubría lo negativo. 

Esa negatividad se escondía en el corazón y lo minaba de una forma continua y constante. Éramos totalmente inconscientes de ese trabajo callado, pero fuertemente destructor. El corazón nos daba la vida en todos los niveles. El corazón feliz nos relajaba, nos quitaba preocupaciones, nos impedía el agotamiento. 

Guardar el corazón satisfecho era nuestro tesoro misterioso que estaba a nuestro alcance. 

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