Carlos, por fin, había encontrado la forma adecuada para traducir al castellano la palabra básica de Jesús. Al dirigirse a las personas con un mensaje de liberación utilizó el verbo griego ‘metanoeite’ [metanoeite]. La primera parte ‘meta’ significaba cambio, transformación.
La segunda parte ‘noeite’ era la conjugación del verbo ‘noeo’ con el significado de mente. La traducción entonces era ‘cambio de mente, de mentalidad’. La invitación de Jesús era un cambio de mente, de forma de pensar, de forma de ver la vida.
En cambio, la traducción había cristalizado en la palabra ‘arrepentimiento’. El cambio de mentalidad era un cambio de ver la vida. El arrepentimiento era un sentimiento de culpa por haber escogido mal. Nunca en la mentalidad de Jesús estuvo la idea de hacer sentir a las personas culpables.
No consideró nunca culpabilidad en sus palabras. El cambio de mentalidad era una invitación a tener una idea positiva de todas las cosas, una idea comprensiva de todas las personas, un apoyo sincero a los necesitados, una ayuda en todo momento.
Veía a la gente con ojos de ‘inocencia’, ‘perdón’, ‘amor’. Ese era el regalo que nos hacía. Esa era la nueva mentalidad que traía. Es decir, su mentalidad. Los sacerdotes de su tiempo veían ‘pecado’, ‘culpa’, ‘miedo’. Por ello, él estaba con la gente, según los sacerdotes, culpables, impuros.
“Aprender y enseñar son los mayores recursos de que dispones ahora porque te permiten cambiar de mentalidad y ayudar a otros a hacer lo mismo. Negarte a cambiar de mentalidad no conseguiría probar que la separación no ocurrió”.
“El soñador que duda de la realidad de su sueño mientras todavía está soñando no está sanando su mente dividida. Tú sueñas con un ego separado y crees en el mundo que se basa en él”.
“Todo ello te parece muy real. No puedes deshacerlo sin cambiar de mentalidad al respecto. Si estás dispuesto a renunciar al papel de guardián de tu sistema de pensamiento y ofrecérmelo a mí, yo lo corregiré con gran delicadeza y te conduciré de regreso a Dios”.
Carlos empezaba a comprender mucho mejor ese cambio de mentalidad. Su mirada empezaba a cambiar. Ya no veía defectos en los demás. Sabía que cada vez que se fijaba en un defecto, era un defecto suyo. No podía cambiar ese defecto en el otro, pero podía, por el cambio de mentalidad, corregirlo en él mismo.
Le ilusionaba ver en todos ‘inocencia’, ‘perdón’, amor.
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