Guille se daba cuenta de que la comparación era un medio de percepción de la realidad. Se reconocían las diferentes durezas de los minerales por la comparación que se hacía de sus resistencias. Se identificaba al blanco porque se identificaba al negro.
Los demás colores iban surgiendo a medida que íbamos comparando y viendo toda la gama en su conjunto. La diferencia del color de la piel de los habitantes se obtenía también por comparación. En algunas familias, había un gen más moreno y otro gen más blanco.
La comparación nos ayudaba a identificar, verificar las diferencias y nuestra percepción funcionaba de esa manera. Las distintas expresiones de las lenguas también se descubrían comparándolas. Se notaba que no en todo el país se hablaba de la misma manera.
Había regiones que tenían expresiones, tonalidades y acentos diferentes. No impedían la comprensión entre los habitantes, pero se captaban las diferencias. Así en la enseñanza de un idioma extranjero, se ofrecían a los estudiantes la expresión de un mismo texto por nativos de diferentes regiones.
En la comparación captaban las diferencias. Muchas de ellas eran propias de ciertos lugares concretos. Ello facilitaba la identificación de algunos habitantes por su habla del lugar de procedencia. Comparar servía para percibir las diferencias.
El ego utilizaba las comparaciones. Lo que el ego añadía a esas diferencias percibidas era valorar a unas como más nobles y precisas y otras que se debían evitar. Era una valoración de lo que era superior y de lo que se consideraba inferior.
El ego empezó a crear diferencias de clases, diferencias de cultura, diferencias de dignidad, diferencias de libertad, diferencias de respeto. “El ego vive literalmente a base de comparaciones. La igualdad está más allá de lo que se puede entender, y, por lo tanto, le es imposible ser caritativo”.
“Lo que el ego da nunca emana de una sensación de abundancia porque él fue engendrado precisamente como un sustituto de esta. Por eso es por lo que el concepto de ‘obtener’ surgió en su sistema de pensamiento”.
“Los apetitos son mecanismos para ‘obtener’ que representan la necesidad del ego de ratificarse a sí mismo. Esto es cierto tanto en el caso de los apetitos corporales como en el de las llamadas ‘necesidades más elevadas del ego’”.
“El origen de los apetitos corporales no es físico. El ego considera al cuerpo como su hogar, y trata de satisfacerse a sí mismo a través de él. Pero la idea de que eso es posible es una decisión de la mente, que está completamente confundida acerca de lo que realmente es posible”.
Guille se quedaba sin palabras. Los apetitos corporales no tenían un origen físico. Recordaba cómo un serio disgusto podía refrenar y dejar de lado los apetitos corporales. También se había demostrado que un desequilibrio en los apetitos corporales tenía un origen mental.
Una mente serena, tranquila, universal, resolvía todos los inconvenientes de la vida. La sabiduría le ayudaba a no valorar más unas características que otras. Todas las personas tenían el mismo derecho a la dignidad, a la libertad, al respeto, indiferentemente de su color de piel, de su forma de hablar y del lugar donde hayan nacido.
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