martes, junio 19

TU ESPÍRITU NO PUEDE SER SUSTITUIDO

Josué tenía una idea que había compartido con uno de sus mejores amigos. La especificidad de cada uno de nosotros era esencial, era la base de nuestra formación, era la idea de nuestros pensamientos, era la luz divina que se reflejaba en nuestra esencia única. 

En ocasiones, esta idea se perdía en la idea de que entrábamos en una relación con lo divino, con las creencias, con el destino, de una sustitución total por la esencia de aquella visión que aceptábamos en nuestra vida. Era como un perdernos totalmente en la esfera de otra esencia. 

El ser humano era tan importante que el mismo Creador le había dado ese toque de proyección personal que lo hacía funcionar más allá de una fábrica de robots con las mismas características. Teníamos los mismos principios, pero desarrollos y expansiones particulares. 

“Yo seré un sustituto de tu ego si así lo deseas, pero nunca de tu espíritu. Un padre puede dejar a su hijo al cuidado de un hermano mayor que haya demostrado ser responsable, pero esto no entraña confusión alguna acerca de quién es el padre”. 

“El hermano puede proteger el cuerpo y el ego del niño, pero eso no le lleva a creer que él sea el padre. Me puedes confiar tu cuerpo y tu ego debido únicamente a que eso te permite desentenderte de ellos y me deja mostrarte que no son importantes”. 

“Yo no podría entender lo importantes que son para ti si yo mismo no hubiese estado tentado a creer en ellos. Aprendamos juntos esta lección para que juntos podamos liberarnos de tu cuerpo y de tu ego”. 

“Necesito maestros dedicados que compartan mi objetivo de sanar la mente. El espíritu no tiene ninguna necesidad de que ni tú ni yo lo protejamos”. 

Josué agradecía estas precisiones que daban al espíritu esa libertad, esa pureza, esa claridad que cada uno de nosotros llevaba y lo definía. El espíritu era nuestro tesoro personal. 

Podíamos caer a causa de nuestro cuerpo, a causa de nuestro ego, pero el espíritu siempre nos rescataba. Sólo había que focalizar el espíritu para desarrollarlo con todo vigor en nuestra experiencia. Así, Josué sentía que, a pesar de todos los inconvenientes, siempre había una llama encendida en cada persona.

No hay comentarios:

Publicar un comentario