Daniel sentía unas fuerzas interiores que lo impulsaban en una dirección. Tenía la opinión de su familia que le hablaba de sus fortalezas y de sus debilidades. Sus compañeros le habían expresado en ciertas conversaciones lo que opinaban de él. Se encontraba delineado por opiniones diferentes y contradictorias.
Se dio cuenta de que sus inicios delicados de salud, al ser operado con un año de edad, le habían ganado en su familia cierta tendencia a la debilidad y a la falta de fuerza para llevar ciertos proyectos. Sin darse cuenta, una cierta sobreprotección lo devaluaba.
Su novia, que lo conoció con veinte años, se sorprendía de las opiniones de la familia sobre él. Ella lo conoció ya en su primera madurez juvenil y lejos de esos momentos difíciles de su vida. Le inspiraba mucha fortaleza y muchas ideas claras en su caminar. Le expresó que no entendía esa posición de su familia.
Le indicó que no lo conocían y no creían que pudiera llevar a cabo ciertos proyectos de envergadura. Daniel sentía que era una búsqueda de sí mismo. La realización de sus proyectos le iba dando una idea de su verdadera valía o, al menos, un acercamiento a su realidad.
Paso a paso, se iba descubriendo con la consecución de sus retos, de sus desafíos y de sus proyectos que le ilusionaban tanto a él como a su novia y posterior esposa.
“Piensa en el amor que los animales sienten por sus crías y en la necesidad que tienen de protegerlas. Eso se debe a que las consideran parte de sí mismos. Nadie repudia lo que considera parte de sí mismo”.
“La manera en que reaccionas ante tu ego es similar a como Dios reacciona ante Sus creaciones: con amor, con protección, con caridad. Tus reacciones ante el ‘yo’ que inventaste no son sorprendentes”.
“De hecho, son muy similares a la forma en que algún día reaccionarás ante tus creaciones reales, las cuales son tan eternas como tú. No es cuestión, por lo tanto, de cómo reaccionas ante el ego, sino de lo que crees ser”.
“Creer es una función del ego, y mientras tu origen siga sujeto a interpretaciones lo seguirás viendo desde el punto de vista del ego. Cuando el aprendizaje deje de ser necesario, simplemente conocerás a Dios”.
“La creencia de que hay otra forma de percibir es la idea más sublime de que es capaz el pensamiento del ego. Ello se debe a que dicha idea reconoce, aunque sea mínimamente, que el ego no es el Ser”.
Daniel, en sus momentos de tranquilidad, de serenidad, de sosiego, hablaba con su Padre Celestial. Entendía que la psicología le había enseñado que, si la humanidad le había dado una madre, un padre, para cuidarlo, orientarlo, y poder desarrollarse en la vida, el origen de su existencia estaba en su Padre Celestial”.
Esas conversaciones lo imbuían de una energía, de una confianza tal que se sentía capaz de alcanzar todos los retos y los desafíos que junto a su esposa se le presentaran en la vida.
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