domingo, junio 17

UN HOGAR RUINOSO

Iván se enfrentaba a una realidad adversa. Cuando se enfadaba y dejaba salir toda su visión contrariada, pintaba toda la realidad con tintes negros, morados y amenazantes. No había sosiego en su interior. Sentía que la furia de un volcán pasaba por sus ojos y sus pensamientos eran choques constantes. 

Una especie de lava recorría todo su horizonte y lo iba destruyendo quedamente de forma continua y sostenida. Parecía que, en momentos, se sentía feliz de permitir salir aquel tropel de jinetes negros como un grito de desahogo ante la incapacidad de comprender y dirigir las adversidades. 

Todo le daba igual y nada bueno salía de aquellas abruptas erupciones que rociaban su fuego ardiente a su alrededor. Después de la erupción venía la calma. Una quietud tensa llena de silencios inconfesables. Momentos de inquietud y de agitación que no le conducían a la claridad de sus pisadas. 

“El ego ha construido para ti un hogar mísero e inhóspito porque no puede construir de otra manera. No trates de mantener ese hogar ruinoso. En su debilidad radica tu fuerza”. 

Sólo Dios pudo erigir un hogar digno de Sus Creaciones, las cuales han elegido dejarlo vacío, desahuciándose así a sí mismos. No obstante, Su hogar seguirá en pie eternamente, listo para cuando decidas entrar para ocuparlo”. 

“De esto puedes estar completamente seguro: Dios no crea, por su esencia, lo perecedero como el ego no fabrica, por su esencia, lo eterno”. 

Iván sabía en su interior que cuando el ego lo zarandeaba veía todo de forma caótica y desordenada. La paz volaba de su corazón y todos los pensamientos revueltos le asediaban en su mente. 

Se daba cuenta que no podía seguir en sus planteamientos erróneos. “El ego ha construido para ti un hogar mísero e inhóspito porque no puede construir de otra manera. No trates de mantener ese hogar ruinoso”. Era una frase que resumía todos sus males en los momentos de desesperación. 

Debía cambiar de visión, de mirada, de forma de enfocar la adversidad. Todo en su mente pedía corrección, cambio y actitud positiva. Se entregaba a ella y decidía no permitir el desánimo. Repetía en su interior esas seis palabras que se abrían paso en su mente: “En su debilidad radica tu fuerza”. 

Era una invitación para no permitirle al ego construir ese hogar ruinoso en el que lo hundía de vez en cuando. Con salir de ese hogar lo había alcanzado: “En su debilidad radica tu fuerza”.

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