Carlos reconocía que en aquellas ocasiones donde el enfado era total y la indignación abundante perdía la percepción equilibrada de los acontecimientos y una ira interior salía en contra de todo. Reconocía que todo lo que hablaba en dichas ocasiones era fuera de cordura y de razón.
Cuando recobraba la serenidad no llegaba a reconocerse. Las emociones por la fuerza de la energía negativa se debatían con fuerza destructiva en su interior y la razón volaba y nada tenía sentido sino solamente su furia. Su libertad quedaba seriamente dañada. Una fuerza irracional le había envuelto en la miseria.
El miedo que le había atenazado abría las puertas de la furia y todo el vendaval arrasaba a su paso sin darse cuenta de que había muchos elementos que no eran los causantes de su estado desequilibrado. Bien podría decirse que una locura pasajera había pasado por su mente.
Por ello, al anclarse de nuevo en la serenidad, veía con lucidez y con una percepción equilibrada la verdad de los conceptos utilizados. “El primer paso hacia la libertad comprende separar lo falso de lo verdadero”.
“Este es un proceso de separación en el sentido constructivo de la palabra, y refleja el verdadero significado del Apocalipsis. Al final cada cual contemplará sus propias creaciones y elegirá conservar sólo lo bueno, tal como Dios mismo contempló lo que había creado y vio que era bueno”.
“El término ‘Juicio Final’ asusta no sólo porque ha sido proyectado hacia Dios, sino también por la asociación de la palabra ‘final’ con la muerte. Este es un ejemplo sobresaliente de la percepción invertida”.
“Si se examina objetivamente el significado del ‘Juicio Final’, queda muy claro que en realidad es el umbral de la vida. Nadie que viva atemorizado puede estar realmente vivo”.
Carlos respiraba aliviado en su interior. El temor, el miedo, el espanto de ese futuro aterrador de ‘Juicio Final’ se esfumaba como humo en el viento. Se deshacía en el conjunto de conceptos negativos en el alma humana. Adquiría una fuerza de vida y de vida auténtica.
Le había llegado muy hondo el concepto de que “nadie que viva atemorizado puede estar realmente vivo”. Por ello, la expectación cambiaba totalmente de dirección. ‘El Juicio Final’ implicaba vida, separación constructiva, elección de lo eterno y olvido, por carecer de sentido, de aquellas incidencias alocadas.
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