martes, abril 3

LA NADA - EL TODO

Santiago recordaba los momentos cuando en el transcurso de una discusión con su esposa aparecían las palabras: ‘siempre’ y ‘nunca’. – Siempre haces lo mismo y nunca cambias – palabras que sonaban en algunos argumentos producto de su enfrentamiento en la discordancia. 

La diferencia entre Santiago y su esposa eran muy sustanciales. Ella intentaba no repetir un inconveniente en su vida. Se centraba en la actitud correcta y no cambiaba. Su carácter equilibrado superficialmente le ayudaba mucho. Su equilibrio era superficial porque en su fuero interno el fuego ardía con intensidad. 

Santiago, por el contrario, era una persona con intensidad también interna y poco cuidadoso en la forma externa. Le era difícil, en algunas ocasiones, mostrar la discordancia entre lo que sentía interiormente y su comportamiento exterior. Si en su fuero interno discrepaba, lo compartía sin ningún problema. 

En cierto momento de su vida tuvo que hacer la decisión de que no podía molestarse interiormente porque casi no podía ocultarlo en el exterior. En cambio, para su esposa, le era más fácil. 

“La nada y el todo no pueden coexistir. Creer en uno es negar al otro. El miedo no es nada realmente y el amor lo es todo. Siempre que la luz irrumpe en la oscuridad, la oscuridad desaparece”. 

“Lo que tú crees, es cierto para ti. En este sentido, la separación ha ocurrido, y negarlo sería utilizar incorrectamente la negación. Concentrarse en el error, no obstante, no es más que otro error”. 

“El procedimiento correctivo inicial consiste en reconocer temporalmente que hay un problema, mas sólo como señal de que tiene que ser corregido de inmediato. Esto da lugar a un estado mental en el que la Expiación puede ser aceptada sin demora”. 

“Debe señalarse, no obstante, que, en última instancia, no puede haber transigencia alguna entre lo que es todo y lo que no es nada”. 

Santiago se daba cuenta de que todos sus argumentos en contra de su esposa procedían del miedo, de la inseguridad, de la falta de serenidad y de la paz interior. También aceptaba que la misma fuente de miedo estaba en su esposa. 

Cada argumento que se lanzaban era falso. El miedo distorsionaba la verdad. Esa distorsión provocaba más irritación en la otra persona y encendía el fuego del enfrentamiento. 

Con perspectiva, la Expiación cumplía su misión. Los pequeños incidentes se superaban porque el miedo no era nada realmente y el amor lo era todo. Con este pensamiento en mente, se lanzaban los dos a comprenderse y a entenderse sin problemas. 

Santiago sentía cómo el cielo se abría delante de ellos cuando reducían sus enfrentamientos a tonterías sin sentido. Las superaban con facilidad y dejaban que la potencia del amor llenara todos los huecos de su relación. “El miedo no es nada realmente, el amor lo es todo”.

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