miércoles, abril 11

¿EXPRESIONES DIVINAS O HUMANAS?

Mario se quedaba pensativo cuando escuchaba algunas expresiones que se utilizaban en conversaciones de altercados, enfrentamientos, insolencias y contrariedades y se aplicaban al Creador. Sabía que la cualidad esencial de lo eterno era el amor. 

¿Podía ese amor castigar a alguien, vengarse de alguien, atacar a alguien? Esas ideas no las concebía para el Eterno. Recordaba con emoción una conversación que mantuvo con una persona de su confianza. Estuvo durante mucho tiempo albergando la idea de venganza contra un familiar. 

Le había hecho mucho daño, según él. Y su deseo de venganza lo animaba a encontrar el momento oportuno y adecuado para ejecutarlo. Después de hablar con cierta persona, ese deseo de venganza fue decayendo poco a poco en su interior. Empezó a comprender mejor la situación de ese familiar. 

Estaba pasando un mal momento. Y apremiado por las circunstancias había dicho aquello que lo había dejado totalmente exterminado. Nunca se hubiera esperado eso de su familiar. Sólo le quedaba la venganza. Sin embargo, descubría, con la ayuda de una persona sabia, que le quedaba también la comprensión. 

Eligió la comprensión y el perdón. Y casi sin darse cuenta, ese fardo que tanto le estaba costando llevar, fue desapareciendo. “La afirmación: ‘Mía es la venganza, dice el Señor’ es una percepción falsa mediante la cual uno le atribuye a Dios su propio pasado ‘malvado’”. 

“Ese pasado ‘malvado’ no tiene nada que ver con Dios. Él no lo creó, ni tampoco lo sustenta. Dios no cree en el castigo. Su Mente no crea de esa manera. Dios no tiene nada contra ti por razón de tus ‘malas’ acciones”. 

“¿Cómo sería posible que me hubiese acusado a mí por ellas? Asegúrate de que reconoces cuán absolutamente imposible es esta suposición, y también de que procede enteramente de la proyección”. 

“Este tipo de error es responsable de una multitud de errores similares, incluyendo la creencia de que Dios rechazó a Adán y lo expulsó del Jardín del Edén”. 

“Quizás por eso piensas a veces que no te estoy guiando bien. He tomado las máximas precauciones para usar palabras que sean casi imposible de distorsionar, pero siempre es posible tergiversar los signos si así se desea”. 

Mario se quedaba más tranquilo. La Fuente del Bien actuaba como el bien se merecía. La esencia del Bien nos hacía separar las ideas del humano y las ideas del Eterno. Dios estaba siempre a nuestro lado, en nuestro favor, con nuestra compresión y con la unión amorosa de los dos.

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