lunes, abril 30

LA SEPARACIÓN

Lucas se quedaba un tanto sorprendido. Veía cuánto peso tenía en la vida de las personas la idea de pertenencia. Nadie elegía dónde nacer, dónde vivir, dónde estar. Sin embargo, un concepto de pertenencia se desarrollaba en la persona como si la tierra, el lugar, la familia que lo recibía y la lengua que hablaba fuera determinante en su vida. 

Toda una serie de elementos físicos definían la estructura y la mentalidad de la persona. Eso daba lugar a los nacionalismos y a las ideas de supremacía sobre los otros lugares. El ser humano no sabía realmente quién era. A pesar de todo, ante esa desorientación, les daba a sus cualidades físicas una determinación inadecuada. 

Parecía que el ser humano renunciaba a sus cualidades superiores de inteligencia, razonamiento, universalidad. Esas cualidades estaban en todos los seres humanos. Una vez más la elección estaba clara. Se valoraban las cualidades físicas frente a las intelectuales. Una frustración de la humanidad. 

“El ‘ego’ es el aspecto inquisitivo del ser que surgió después de la separación, el cual fue fabricado en vez de creado. Es capaz de hacer preguntas, pero no de percibir respuestas significativas, ya que estas entrañan conocimiento y no se pueden percibir”. 

“la mente está, por consiguiente, confusa porque sólo la Mentalidad-Uno está exenta de confusión. Una mente separada o dividida no puede sino estar confundida”. 

“Tiene necesariamente que sentirse incierta acerca de lo que es. Y no puede sino estar en conflicto, puesto que está en desacuerdo consigo misma”. 

“Esto hace que sus aspectos sean extraños entre sí, y esta es la esencia de la condición propensa al miedo en la que el ataque siempre tiene cabida. Tal como te percibes tienes todas las razones del mundo para sentirte atemorizado”. 

“De ahí que no te puedas liberar del miedo hasta que no te des cuenta, no sólo de que no te creaste a ti mismo, sino de que tampoco habrías podido hacerlo”. 

“Nunca podrás hacer que tus percepciones falsas sean verdaderas, y tu creación no se ve afectada en modo alguno por tu error. Por eso es por lo que, en última instancia, tienes que optar por subsanar la separación”. 

Lucas vio cuando era pequeño la naturalidad que tenían los niños para aprender lenguas. A su ciudad vinieron una colonia de militares de otro país. No hablaban la lengua nativa. Los hijos de esos militares y los niños del lugar pronto jugaban juntos. 

Nunca olvidaba cómo esos niños hacían de traductores entre sus padres. El idioma no era una barrera. Los elementos físicos podían superarse fácilmente. Si no hubieran querido tener relación por otros motivos hubiera sido imposible la relación. 

Nada que pudiera ser aprendido era una separación. Todos los seres humanos podían aprender. Pero si se consideraban superiores a los demás y les daban a los elementos físicos como la lengua, el lugar, su nacionalidad, una importancia desmesurada, la separación estaba servida a nivel emocional y racional. 

Lucas comprendía aquel párrafo: “Una mente separada o dividida no puede sino estar confundida. Tiene necesariamente que sentirse incierta acerca de lo que es”. 

Aquellos muchachos que vencieron la barrera de la lengua sin ningún profesor, sin ningún método, sin ningún libro, llegaban a jugar juntos porque su voluntad de comunicarse les hacía aprender a unos la lengua de los otros. La idea del juego en conjunto borraba todos los obstáculos. 

Lucas entendía que las personas mayores debían aprender de los niños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario