domingo, abril 1

MENTALIDAD MILAGROSA

Juan recordaba una etapa de su vida donde le daba importancia a su pensamiento. Se centraba en la persona y con gran respeto trataba de ver en su interior algunos detalles de las experiencias de las gentes. En cierta ocasión, se centró en una persona embarazada. 

Tenía una niña. La mamá se había centrado durante todo el embarazo en la idea de que sería varón. Le había puesto Sergio. Pensaba en él. Se regocijaba en las imágenes que veía interactuando con Sergio. Era una mamá muy abierta y lo compartía. Eso le produjo cierta inquietud a Juan. 

No compartía esa actitud en la madre. En una conversación personal le dijo que, por favor, le pusiera nombre a la posible niña. Así abría ambas posibilidades. La mamá se negó rotundamente. No lo aceptaba. Juan le dijo que en el hospital donde daría a luz estaría él para darle la bienvenida a una linda señorita. 

Faltaban unos cuatro meses para el parto. Juan no seguía ninguna regla ni medio conocido para poder intuir el género de los bebés en la cunita de la madre. Era una seguridad interna que no podía explicar. Su mente se lo decía y con esa convicción interior lo compartía. 

La fecha llegó y, en efecto, como Juan le había dicho no vino Sergio. La mamá se quedó molesta y tuvo que admitir que debía cambiar su actitud. Juan tuvo esa experiencia con varias madres. En todos los casos coincidió su previsión con la realidad. 

Conocer esa luz en su interior lo inquietaba. Acabó por no darle ninguna importancia y dejó de utilizar su mente para conocer ciertos detalles. Sin embargo, hay poderes de la mente que son impactantes. No creemos en ellos e intentamos dejarlos de lado porque nos producen miedo. 

“Puede que todavía te quejes de que tienes miedo, pero aun así sigues atemorizándote a ti mismo. He indicado ya que no puedes pedirme que te libere del miedo. Yo sé que no existe, pero tú no”. 

“Si me interpusiese entre tus pensamientos y sus resultados estaría interfiriendo en la ley básica de causa y efecto: la ley más fundamental que existe. De nada te serviría el que yo menospreciara el poder de tu pensamiento”. 

“Es mucho más eficaz que te recuerde que no ejerces suficiente vigilancia con respecto a tus pensamientos. Tal vez pienses que a estas alturas sólo un milagro te capacitaría para hacer eso, lo cual es absolutamente cierto”. 

“No estás acostumbrado a pensar con una mentalidad milagrosa, pero se te puede enseñar a pensar de esa manera”. 

Juan era consciente que, a través de las diversas etapas que había pasado en su vida, su forma de pensar había cambiado. Es decir, el cambio era oportuno y, en muchos casos, muy adecuado. Entendía muy bien ser consciente de esa mentalidad milagrosa que se proponía. 

Juan se alegraba. Pensar con dignidad de una persona. Sentirse una persona digna y compartir los pensamientos y los mejores horizontes a una persona también digna era un proceso realmente humano, maravilloso, respetuoso y extraordinario.


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