lunes, agosto 6

EL ESPÍRITU: NUESTRO CAMINO

Carlos veía que había caminos en nuestra experiencia diaria para solucionar los asuntos y para encontrar nuevas formas de comprensión y de unión entre las personas. Siempre había reparado que, ante cualquier adversidad de la vida, el talante de la persona era decisivo a la hora de encontrar una solución. 

Había personas que desde el principio todo su esfuerzo se centraba en buscar un acuerdo, una comprensión, un apoyo, una confianza, una unión y una solución para el asunto que llevaban entre manos. Otros buscaban más que una solución una actitud de agresividad y de ataque al otro que distaba mucho del encuentro de un acuerdo. 

Por ello, cuando se necesitaba un mediador, una persona de consenso y de comprensión, no todas tenían las mejores papeletas para ser elegidos. Sus formas de enfrentar las dificultades los había definido en un sentido u otro. Las soluciones estaban en algunos, los enfrentamientos en otros. 

Carlos los consideraba personas dispares y distintas. Sin embargo, ahora se daba cuenta de que ambas personas seguían voces distintas en su vida: “El espíritu reacciona de la misma manera a todo lo que sabe que es verdadero, y no responde en absoluto a nada más”. 

“Tampoco hace ningún esfuerzo por establecer lo que es verdad. Él sabe que lo único que es verdad es lo que Dios creó. El espíritu está en completa y directa comunicación con todos los aspectos de la creación, debido a que está en completa y directa comunicación con su Creador”. 

“Esta comunicación es la Voluntad de Dios. Creación y comunicación son sinónimos. Dios creo a cada mente comunicándole Su Mente, y estableciéndola así para siempre como un canal para Su Mente y Su Voluntad”. 

“Puesto que sólo los seres que pertenecen a un mismo orden pueden realmente comunicarse, Sus creaciones se comunican naturalmente con Él y como Él. Dios te creó mediante esta comunicación y para ella”. 

“La mente puede distorsionar su propia función, pero no puede atribuirse a sí misma funciones que no le fueron dadas. Por eso, la mente no puede perder del todo la capacidad de comunicarse, aún cuando puede negarse a utilizarla en favor del estado de ser”. 

Carlos veía que había personas que seguían los caminos del espíritu y de la comunicación. La unión, la solidaridad, la empatía y la confianza, eran vitales para ellas. Otras, seguían mentes distorsionadas al buscar lo mejor para ellas en detrimento de los demás. 

Se sentían solas, privadas del apoyo del conjunto, luchando en una selva indecible de peligros y de contrariedades continuas que veían conflicto en cada pequeño detalle, veían reveses en cada incidencia y una problemática difícil de resolver en la convivencia de las personas. 

Era asunto de elección. Elegir el espíritu, la comunicación, la creación, el apoyo, la empatía y la tranquilidad de la unidad, catapultaba a los seres u otro nivel de relación.

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