martes, agosto 7

EL ESTADO DE SER

Enrique estaba contento porque descubría nuevos conceptos acerca de él mismo y de cada persona. Era una forma de orientarse en sus pensamientos y en sus conclusiones. Una forma de llegar a seguridades y certezas tan necesarias en la vida para orientarse en ella. 

Todos estaban de acuerdo de que cada persona poseía la existencia. Era una parte que nadie discutía. Donde había más problema era en el terreno de delimitar y definir eso indecible que hacía serias diferencias con la existencia de otras especies. 

Algunos lo llamaban espíritu. Una palabra difícil de captar, de entender, de asimilar y de tratar con ella. Una palabra muy cargada de historia donde los conflictos y las polaridades se habían centrado en enfrentamientos terribles que distaba mucho de esa palabra: espíritu. 

Enrique descubría otro concepto: ‘el estado de ser’. Era un concepto más neutro, más científico, más delimitado y encajaba mejor en la mente comprensiva de los humanos. Así que la existencia no tenía dificultad de comprensión. ‘El estado de ser’ definía lo intangible, pero muy cierto en la vida de las personas. 

“Tanto la existencia como el estado de ser se basan en la comunicación. La existencia, sin embargo, es específica en cuanto a qué, cómo y con quién vale la pena entablar comunicación”. 

“El estado de ser carece por completo de estas distinciones. Es un estado en el que la mente está en comunicación con todo lo que es real. En la medida en que permitas que ese estado de ser sea vea coartado, en esa misma medida te estarás limitando a ti mismo”. 

“Limitas la idea que tienes acerca de tu propia realidad. La realidad, en toda su amplitud, se vuelve total únicamente cuando la reconoces en el glorioso contexto de la verdadera relación que tiene contigo”. 

“Ésa es tu realidad. No la profanes ni la rechaces. Es tu verdadero hogar, tu verdadero templo y tu verdadero Ser”. 

Enrique veía que la existencia, al tener una comunicación limitada a unos elementos, descartando otros por diversos motivos, se empobrecía en sus experiencias. El estado de ser se enriquecía porque estaba abierto sin ninguna distinción a todo lo que era real. 

Como buen científico, Enrique elegía la amplitud de experiencias para ampliar su comprensión, su conocimiento, sus visiones y las conclusiones maravillosas que le podía aportar. El estado de ser era la plenitud de cada persona.

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