miércoles, agosto 1

TU GRATITUD HACIA TU HERMANO

Santiago acababa de comprender algo nuevo en sus planteamientos. A lo largo de su desarrollo y de su aprendizaje, varias personas le prestaron una ayuda especial. Fue una cantidad de energía que lo dirigieron por el camino del éxito, de la plenitud, de la confianza y de la entrega. 

En esos trechos del camino, Santiago había dado gracias al Eterno por haber puesto personas tan importantes en su camino. Era una sensación de confianza que le daba unas nuevas energías y unos nuevos horizontes de alegrías y esperanzas que nunca había previsto de antemano. 

Las experiencias del Eterno eran incomprensibles. Santiago, ahora, reconocía que detrás de esas personas, amigas suyas, amigas en la misma senda, estaba la mano del Eterno. Y sin esa mano ayudadora le hubiera sido imposible descubrir tanto tesoro que había recibido en su vida. 

Era una gratitud que no debía romper en ningún momento de la vida. La brisa de lo eterno le había acariciado y no podía romper con pensamientos equivocados y por actitudes equivocadas de esas personas, el papel que jugaron en ciertos momentos de su caminar en la vida. 

El apoyo era el tesoro más grande que recibíamos y el apoyo era la gratitud más hermosa que podíamos compartir. “De momento, la confianza que yo tengo en ti es mayor que la que tú tienes en mí, pero no siempre será así”. 

“Tu misión es muy simple. Se te pide que vivas de tal forma que demuestre que no eres un ego, y yo no me equivoco al elegir los canales de Dios. El Santísimo comparte mi confianza, y acepta mis decisiones con respecto a la Expiación porque mi voluntad nunca está en desacuerdo con la Suya”. 

“Dije anteriormente que yo estoy a cargo de la Expiación. Esto es así debido únicamente a que completé mi papel en ella como hombre, y ahora puedo completarla a través de otros”. 

“Los canales que he elegido no pueden fallar porque les prestaré mi fortaleza mientras la suya sea insuficiente”. 

Santiago comprendía que esa gratitud le había abierto a él mismo a esas personas que le dieron su confianza en algunos momentos de su vida. Era la misma gratitud que se abría ante Jesús para que pudiera completar la Expiación en nosotros”. 

Cada persona pasaba por momentos de desorientación. Momentos donde la luz no brillaba en la persona y la oscuridad cerraba ventanas y balcones para no aceptar la luz que venía del universo. 

Santiago renovaba la gratitud hacia esas personas ayudadoras en su vida. Santiago le abría las puertas y las ventanas a la luz de Jesús para que la Expiación tuviese lugar a través de la inmensa gratitud que había descubierto. 

Dejó de juzgar a esas personas y aceptarlas con la luz que habían disfrutado conjuntamente en su mismo caminar. La conexión no podía romperse por algunos momentos de oscuridad que habían reinado.

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