Pablo siempre se había quedado sorprendido ante las evidencias que se desplegaban ante sus ojos cuando tenía que elegir entre dos soluciones y ninguna de ellas le llenaba, le dejaba en paz. Elegir en esas ocasiones era ir de mal en peor. Las dos tenían sus pros y sus contras.
Era un placer encontrar cómo encontrar una tercera vía que nadie se había planteado. Una solución nueva que llenaba los corazones. Pablo recordaba con emoción el problema que se le presentó a Salomón ante dos madres que se arrogaban ser la auténtica progenitora del hijo viviente.
El otro hijo había muerto. Una decisión difícil para ejercer la justicia y, sobre todo, la verdad. La fuerza de las madres era auténtica. No se podía poner en duda. Las dos sabían de llevar en el seno a esa criatura que le había dado la razón de ser de su maternidad.
El niño no podía decir, ni hablar, ni compartir con Salomón quién era su madre. Una solución disparatada resolvió la cuestión. ‘Cortad al niño en dos mitades y dadle la porción a cada una de ellas’. La actuación de las dos madres ante la solución las identificó por completo.
Su auténtica madre prefirió que su hijo viviera. Ella le había dado la vida y deseaba que viviera, aunque fuera con otra persona. La vida era lo máximo para aquella madre. La otra sintió un alivio. Había perdido a su hijo y deseaba que la otra madre pasara por la misma experiencia. Se calló y esperó que se ejecutara la orden.
Salomón lo tuvo fácil entonces. La auténtica madre había hablado. No había que elegir entre dos posibilidades. Una tercera totalmente creativa tomaba su lugar y deshacía el problema.
“El Espíritu Santo te insta tanto a recordar como a olvidar. Has elegido estar en un estado de oposición en el que los opuestos son posibles. Como resultado de ello, hay ciertas decisiones que tienes que tomar”.
“En el estado de santidad la voluntad es libre, de modo que su poder creativo es ilimitado y elegir no tiene sentido. El poder de elegir es el mismo poder que el de crear, pero su aplicación es diferente”.
“Elegir implica que la mente está dividida. El Espíritu Santo es una de las alternativas que puedes elegir. Dios no dejó a Sus Hijos desconsolados a pesar de que ellos decidieron abandonarlo”.
“La Voz que ellos pusieron en sus mentes no era la Voz de Su Voluntad, en favor de la cual habla el Espíritu Santo”.
Pablo se regocijaba interiormente ante la decisión de Salomón frente a las dos madres. El conocimiento divino, la voluntad divina, sabía cómo actuar. Sin duda, la Voz Divina a través del Espíritu Santo era tan necesaria porque así no se elegía.
Las mismas madres, con su reacción, demostraban de una forma tranquila y sosegada, quién era la auténtica madre. No había que elegir. Y ese era el poder creativo maravilloso que La Voz del Espíritu Santo compartía.
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